[27] YA ESTAMOS GRANDES

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    —JURO que no quise decir eso.

  Lo fulminé con la mirada un segundo y después seguí guardando mi ropa.

—Pero lo dijiste, y si lo dijiste es porque lo pensaste en tu cabeza y se te escapó.

—Cielo...

Ciili—imité su voz.

—Dale, hablemos en serio.

Dejé de meter la ropa y lo miré con mis brazos cruzados sobre mi pecho.

—Bueno, te escucho.

Rascó su nuca y me miró como un perrito arrepentido, pero no le iba a funcionar.

—Wow, me re convenciste.

Volví a girarme intentando guardar todo lo más ordenadamente posible, aunque entre el dolor de cabeza y la bronca que tenía era lo que menos podía salirme.

—Cielito...

Empezó a tocar mi hombro con su dedo incontables veces. Sí, como un nenito.

—¿Qué queres, Manuel?—volví a girarme enojada—. ¿Cómo pretendes que no me enoje si me tratas como la mierda? Yo no pedí embarazarme, y MENOS de vos.

Bueno yo también lo trataba horrible.

Pero tampoco tanto.

Frunció sus labios y miró el piso asintiendo.

—Juro que no quería hacerte sentir así—suspiró—. Soy un pelotudo, ya sé.

¿Quién lo entendía?

Me miró y cuando pensé que iba a agregar algo más a su intento de disculpa, se tiró con toda la confianza del mundo arriba mío haciendo que caigamos a la cama.

—Me estás aplastando, Manuel—intenté alejarlo de arriba mío—, salí.

Corrió unos mechones que caían sobre mi cara y empezó a repartir besos.

—Sos un asco, dios—me reí y traté de alejarlo, pero no paraba— ¡Salí, tarado!

—No hasta que me perdones—habló entre besos y riéndose, obvio que porque me puse roja—, tomate.

—Qué cargoso, dios—mascullé consiguiendo poner una mano en su cara y detenerlo—. La próxima te doy una piña.

Manuel sacó la lengua y me mojó la mano con su baba. Asqueada la limpié en su cachete, mucho antes de que se apartara.

—No te vayas—me agarró la mano después de secarse, exageradamente, la piel.

—Tenés a Mayra.

Los celos son tóxicos, Estefi...Ahre, como si los tuviera. Pensé.

—¿Y?

—¿Y qué?—le pregunté.

—¿Qué tiene que ver ella?

—Que...Qué se yo, ahí tenés alguien para hablar—bajé mi voz—. O para no hablar.

—Te escuché—tiró de mi mano para que me acostara en su pecho, cosa que logró—. No flashes boba, Mayra sólo está acá porque tiene banda de mambos.

Asentí, convenciéndome de sus palabras.

Pero mis dudas seguían obviamente.

—Bueno, espero que ella no los traiga acá.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora