𝐌𝐀𝐑𝐙𝐎

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—HOLA, piñata—me saludó Lautaro con una sonrisa burlona—. Hola, Acru—apoyó su mano en mi vientre por un segundo y la alejó al ver mi cara de orto—, bueno ya entendí, no le van a poner Acru.

—Ni siquiera es un nombre—suspiré y me senté en la misma mesa que él.

Lautaro me sonrió incómodo, se le notaba a metros estar así. Y me imagino, nunca fue de dar buenos consejos pero sí de escuchar y ponerse en el lugar del otro.

—¿Querés hablar del pelotudo?

—Por favor—respondí mirando un segundo el techo—, te juro que no lo entiendo—empecé a hablar con bronca, necesitaba descargarme—, ya es grande ¿Entendes? No puede dársela de "Uy si yo no quiero estar de novio, qué lindo es ser soltero".

        Y yo tampoco sabía si quería estar de novia pero ugh, Julián era muy bien pibe. Hasta TRINIDAD, la hermana que seguro quería mantenerme virgen hasta los cincuenta, lo conocía y decía lo mismo.

—¿Te dijo eso?

—No—murmuré—, pero que lo piensa, ¿Sino porqué todavía no me pidió ser su novia?

—Qué se yo, por ahí es...

—¿¡Y sabes qué es lo que me da más bronca!?—pregunté enojada, sin importarme si los boludos de nuestro alrededor me miraban como "medícate loca"— Me contó que con su ex estuvo a la semana de conocerla ¿¡Y yo qué tengo!?

—Un pendejo adentro—respondió mi amigo a mi pregunta RETÓRICA.

Lo miré mal y se rió.

—Lauti, es en serio.

—Y bueno, o sea no es que yo piense esto pero suele pasar bro, hay boluditos que piensan que si una embarazada o madre los chamuya es para encajarles a la criatura o algo así...Aunque yo les encajaría una buena ñapi.

—Same—dije—, pero él sabe que el bebé ya tiene familia.

                    —¿Y si se tiran pa trá?

                    —¿Lauti, vos querés asustarme más de lo que ya estoy de que de mi concha salga un humano o qué?

                     —Y bueno, bro, hay que ser cagones en la vida—se calló un segundo y soltó una risita—, como Julián.

                     —Te odio.

・゚✧

Cerré la puerta y Lauti me ayudó a bajar con cuidado el escaloncito que había en la entrada, parecía que estábamos corriendo una maratón hasta la cocina. Nos moríamos de hambre, con Lautaro éramos muy ratas como para pagar tres medialunas a $90 si nuestra bebida ya salía $130.

—Opa, no comamos frente a los pobres dijo El Señor—se burló mi amigo cuando sorprendimos a Cacha y Trini meterse la lengua hasta la faringe.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora