[20] SOBRE CALECITAS

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—HOY es su cumple—miré la fecha en mi celular—. Ojalá lo pise un tranvía en serio.

—No está bien desear la muerte, Tefi.

—Tómate un té—la miré con cara de orto—. Si Walter te haría esto vos estarías igual.

Walter obviamente la dejaría sola, no hacía falta imaginárselo; todos sabían que su novio sería capaz y Paloma siempre lo iba a negar.

  —Puede ser, pero no pasó.

  —Sí, pero pasaron otras cosas peores.

Hace varios meses, antes de que volviera a reencontrarme a Manuel, el machito de su novio prácticamente la obligó a que cogieran. Ella ni siquiera se había recuperado del esguince en su pie, y él le había insistido con la excusa de que hace un mes que no se veían (había vuelto de su viaje a Italia).

Según me dijo, ella se había negado. Pero, como siempre, aceptó sin estar conforme y no le reclamó nada los días siguientes.

Paloma estaba cieguísima.

  —Fue hace mucho, Estefi—dijo, asegurándose que nadie escuchara de lo que hablábamos—, y no volvió a pasar.

  —Pero ya pasó una vez—la corregí—. Ya te dije que no puede obligarte a nada, y no me vengas con que tenía razón porque hace mucho no lo hacían—advertí—. No es no, Paloma, y siendo tu novio; una persona que debería amarte y respetarte, sobrepasó cualquier límite.

—No me lastimó.

—¿Y qué decís de lo mal que estuviste después de eso?

Se quedó callada y miró sus botas.

Nunca iba a olvidar lo desesperante que fue verla teniendo un ataque de pánico a la madrugada enfrente mío. Apenas podía relatármelo de lo angustiada que estaba.

—Ya pasó, ya lo olvidé.

  —¿Y él se disculpó?

—Estefi, basta—se levantó del sillón—. No quiero hablar de eso, y ni se te ocurra volver a pensar en la denuncia.

Negué con mi cabeza mientras la veía levantarse y salir, me desesperaba que no entrara en razón. O que naturalizara las cosas que su novio hacía, que claramente no debían ser naturalizadas.

Volví a prender mi celular con la esperanza de encontrarme un mensaje. Nada, como hace una semana y días. Ni mamá, ni Manuel decidieron dirigirme la palabra.

Suspiré pasando una mano por mi cara.

Me dolía en el alma no tener ni una mínima señal de ellos, y encima estar pendiente de cualquier cosa que hagan aunque no me dieran ni la hora.

Por suerte en casa lo tenía a Giuliano de conejillo de indias. Me informaba todo lo que pasaba y por el momento sólo sabía que Trinidad y mamá estaban peleadas. Y que parecía que mi hermana iba a volver a Palermo, si es que antes no conseguía reconciliarse con Cacha para que vuelvan a Lobería; y así poder alejarse de todos como siempre terminaba haciéndolo.

Pero como hace banda no la escuchaba hablando de él y también lo había sacado de su perfil de whatsapp (que encima era una foto muy tierna), me parecía poco probable.

—¿Cómo anda Tefita?—se me acercó la mamá de Paloma con una sonrisa.

Me levanté del silloncito que había en su estudio, y me atrapó entre sus brazos. Había extrañado sentir su perfume a vainilla, pero más sus abrazos; que podían hacer sonreír a cualquiera sin razón alguna.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora