[16] A LA FUGA

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        —¿NO te duele nada?—se sentó a mi lado Paloma con un café en sus manos.

  Concentrada en las caricias que Manuel daba en mi muslo negué, quería que la doctora me llamara de una vez. Moría de la intriga y la angustia, no paraba de pensar en qué había pasado. Obviamente no era una buena señal.

—Eh, sí...Se me hizo tarde ma, perdón—habló Lautaro desde el asiento que estaba enfrente mío, lo habían llamado—. En un rato salgo, es que fuimos a comer—se quedó callado mirando el piso—. Sí, ganó—sonrió un poco—. Le voy a decir, beso.

Nunca antes lo vi tan serio, me esperaba que fuera el único riéndose entre nosotros tres; pero estaba igual. Tenso, preocupado, como si intuyera que no esperábamos buenas noticias.

—¿Qué dijo?—lo saqué de su trance.

—Que...te felicita y me está apurando.

—Ándate Lauti, no me molesta—hablé tranquila, aunque me hacían falta sus chistes para estarlo por completo.

—No, no me voy—sentenció—. Que no me joda, ya soy mayor de edad.

Me reí un poco, pero al ver su cara seria me callé. Sí, ya tenía dieciocho, pero tampoco era la persona más precavida, si iba solo le iban a robar hasta las medias.

—Como quieras—suspiré—. Y decile a Mari que le mando un beso.

Su mamá era un amor, nunca me dijo nada malo, pero habían veces que quería emparejarme con Lauti a toda costa. Se le notaba, como a él que se la comía doblada.

—La puta madre—insultó Manuel de repente. Dejó de acariciarme y se paró chistando, con los brazos sobre la cabeza y negando.

—¿Qué?—pregunté con mi ceño fruncido.

Me miró un segundo, estaba serio. Había visto algo en su teléfono y ya que me esquivó la mirada intuí que no quería mostrarlo, no hacía falta aclarar que me hizo asustar.

—¿Qué, Manuel?

Frunció sus labios y me levanté para mirarlo mejor, no sabía cómo no estaba temblando. Mis nervios habían aumentando como nunca antes, le arrebaté el celular y miré la página web que estaba leyendo.

Manuel le había hecho zoom a una parte de todo el artículo "El sangrado también podría indicar un problema grave, como un embarazo ectópico, un aborto espontáneo o problemas en la placenta" decía.

—¿Y si tuviste un aborto?—preguntó temeroso—. O un embarazo ectópico eso es mucho peor, Cielo, ¿Sabes lo que es?

—Cuando el embarazo pasa fuera del útero, en las trompas de falopio—asentí—. Lo estudié, y no puede ser eso, son pocos casos y es más frecuente en fumadoras o viejas.

Esos embarazos podían provocar la muerte si no se interrumpían, de ser mi caso estaría agradecida de estar por tratarlo.

—Entonces tuviste un aborto.

Dejé de mirarlo cuando la puerta del consultorio se abrió, y al reconocer a quién salió de ahí juré estar por desmayarme.

—Gracias—dijo mi hermana, dándole un beso a la joven de pelo marrón y flequillo—. Nos vemos en unos meses, Tati.

La miré todavía estando escondida detrás de Manuel, en eso vi que Paloma y Lauti habían mirado el piso para que no los reconociera. Los había entrenado bien.

Para mi suerte, Trinidad no nos vió, se fue leyendo un papel que la ginecóloga le había dado y junto a su insoportable taconeo.

"Nos vemos en unos meses" pensé en lo que había dicho, lo último que me faltaba era estar embarazada al mismo tiempo que ella. No sólo sería un problema económico para la familia, sino que también un quilombo. Si ya bastante lío era criar bebés, que generalmente eran llorones, peor iba a ser estar en una casa o una misma habitación con un par.

tan bien 彡 REPLIKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora