Love Has Led Us Astray || Gerard Way y tú

11.

—es hermoso que mi hermano y tú sean novios.

—Mikey, por enésima vez, NO somos novios.

Mi amigo se largó a reír a carcajadas, llegando al punto de terminar llorando.

—solo bromeaba—dijo cuando recuperó el aliento—deberías ver tu cara en este instante.

—no es gracioso.

—pues recuerda: lo más probable es que mi hermano crea que en verdad sí lo son.

—eso es aún menos gracioso.

Aunque en mi interior sabía que existía la posibilidad de que eso fuera cierto, y Gerard estuviese viendo cosas que no son. El problema es que durante los últimos dos meses había estado dejándole en claro cada vez que tenía oportunidad, que no deseaba una relación bajo el concepto de "relación formal" que todo el mundo tiene preconcebido, sino que prefería algo más libre, más cercano a un "dejarse llevar".

No quería seguir lidiando con su imaginación, mucho menos estando a semanas de dejar la ciudad –tema que ambos estábamos evitando por completo, como el par de idiotas que somos.

Luego que a Mikey por fin se le pasara su patético ataque de risa, llegamos a la escuela. Como todos los días lunes, estaba atiborrada de gente conversando a gritos sobre todo lo que probablemente hicieron juntos el fin de semana, y a ratos se escuchaban explosiones de carcajadas provenientes de distintos grupos.

—odio este lugar—resoplé.

—yo igual, especialmente cuando siento que la gente me mira y se ríe.

—¿por qué habrían de hacer eso?

—¿qué se yo?, pero en verdad creo que eso está pasando.

—Mikey, deja de perseguirte solo—entorné los ojos.

Ni bien dije aquello, mientras doblábamos por el pasillo hacia nuestros casilleros, cuando nos percatamos que había muchas hojas de papel tapizando todos los casilleros y murallas existentes hasta donde nos daba la vista. De inmediato sentí mala espina al respecto, y a largos pasos me dirigí a arrancar de la muralla el primer papel que estuvo a mi alcance, para comprender qué estaba sucediendo.

"Cuidado: perdedores reproduciéndose"

Eso titulaba la hoja, en grandes letras negras, acompañada más abajo de una foto—sacada de no sé dónde—de Gerard y yo besándonos.

Me congelé de pies a cabeza, sin quitar la vista de aquel endemoniado papel, sintiendo que todas esas miradas y risas que Mikey había dicho, eran en verdad para mí. Y aunque no era la primera vez que era blanco de burlas en aquella asquerosa escuela, esta vez sentí una crueldad que nunca antes había presenciado, a tal punto que en lo único que podía pensar en aquel instante, era en desaparecer de aquel lugar y ser invisible hasta el fin de mis días.

Decidí huir, echándome a correr por el pasillo hacia algún lugar donde dejara de sentir las burlas de toda la escuela; pero sólo logré empeorar la situación, cuando en medio de mi carrera choqué con el grupo de porristas, aquellas que siempre están listas para reírse de quien se les cante la gana.

—pero miren qué tenemos aquí: la reina de las perdedoras—dijo la líder del grupo.

—déjenme en paz—musité.

—pobrecita, la nena quiere llorar.

—¿qué pasa? ¿Acaso no te gusta que te recuerden quién eres?—dijo otra empujándome hacia los lockers a un costado mío.