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Me encontraba cabizbaja sobre el sillón en la sala de estar del bus, contando en cuántos pedazos había roto un desafortunado trozo de papel víctima de mi angustia. Suspiré con pesar y opté por encender un cigarrillo: el último de la cajetilla. Solté una risa teñida de un oscuro humor al darme cuenta que literalmente me estaba fumando una cajetilla por cada desaparición de Gerard. Al prender el cigarrillo pude notar como mis manos temblaban. No era la primera vez que sucedía, y no entendía por qué me seguía afectando esta situación. Miré al techo, pensando en que quizás necesitaba ayuda, pero ¿de quién? Todos a mi alrededor la necesitaban. Todos, sumidos en este ir y venir de vicios y ánimos. Para cuando retomé la atención en mi cigarrillo, se había consumido hasta la mitad. Cada vez mi mente divagaba más y con mayor facilidad. No es que nunca me haya sucedido antes, sino que ahora era mucho más recurrente el perderme dentro de mis recuerdos intentando escapar de la realidad.

Sacudí la cabeza, alejando mis pensamientos para concentrarme en lo realmente importante: Gerard.

"¿Dónde mierda estás metido?" pensé, esta vez agachando la vista al suelo.

Suspiré tras exhalar una gran bocanada de humo, la cual deseé que se llevara aquella sensación de dolor que solo un corazón apretado por la angustia podía producir.

"¿Por qué me sigue afectando esta mierda?" me insistí.

Aspiré.

"Por favor, aparece"

Exhalé.

"¿Por qué sigo acá?"

Aspiré.

El ruido de la puerta del bus abriéndose me sobresaltó mientras aún buscaba respuesta a la última pregunta que mi cabeza había planteado. Nunca lograba responderla.

Exhalé.

Era él.

Lo vi aparecer tambaleante, dando un paso errado tras otro como era costumbre y me dediqué a seguir con la mirada su trayectoria hasta que estuvo frente a mí. Miré sus ojos y estaba totalmente ido.

"¿Por qué sigo acá?" pensé por segunda vez en menos de cinco minutos, "¿para qué me molesto?".

Por algún extraño motivo se quedó un instante de pie frente a la silla donde me encontraba sentada, intrigada no despegué mi mirada de él, esperando a ver cuál era su siguiente acción. Mas nada sucedió. Era una estatua, un cuerpo con la apariencia de mi novio pero que de él aparentemente ya no quedaba nada. No tenía caso hablarle, y tampoco pretendía intentar hacerlo por el simple hecho que en dos horas más ya no recordaría nada. Por lo que mi mejor opción era salir de ahí antes que cayera en su juego y sintiera lástima por él en vez de hacerlo por mi misma.

Al pasar a su lado, de todos modos le di una fugaz mirada, en un vano intento de buscar algún resquicio de su ser. Pero no, era sólo un cuerpo y la característica fragancia a alcohol que había adquirido durante los últimos meses.

Continué mi andar, y cuando estaba a pocos pasos de la salida, pude escuchar cómo cayó al suelo, soltó una arcada y comenzó a vomitar.

"Demonios".

He de admitir que recién en ese instante me preocupé, caminando de vuelta hacia donde se encontraba con el fin de auxiliarlo y evitar que terminara ahogándose en sus propios deshechos. Miré su rostro y estaba pálido por completo, más de lo normal.

hey, no te duermasdije golpeando su mejilla limpia al ver que sus ojos se cerraban. Sin embargo fracasé y terminó por perder el conocimiento.

No bastó más que eso para caer en la dinámica de costumbre. Gerard borracho hasta decir basta, y yo cuidándolo hasta que volviera estar bien, para retornar a lo mismo horas después. Sabía a la perfección que sin importar su condición podía acudir a mí y que yo iba a velar por él porque simplemente no podía evitarlo. Suena lógico incluso. Lo es hasta cierto punto, lo era hasta antes de sentir que mi cordura se estaba empezando a desvanecer junto con la esperanza de volver a verlo como está retratado en mis recuerdos. Feliz.

Love Has Led Us Astray  ||  Gerard Way y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora