15.

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—tienes cara de estar cansada—dijo Gerard acariciando mi rostro suavemente.

—lo estoy—suspiré exhalando el humo de mi cigarrillo—ya va más de un mes lejos de casa.

—yo igual he estado pensando en ello, espero esté todo en orden.

Gerard se estiró con pereza y acomodó su cabeza en mi hombro. Cerré los ojos y respiré la calma que se dejaba sentir aquella tarde de verano, mientras nos encontrábamos sentados a un costado del bus viendo la vida pasar, fumando un par de cigarrillos e intentando sostener una conversación. Lo que más me llamaba la atención era que Gerard había llegado por su propia cuenta a hacerme compañía. No tenía idea a qué atribuirle aquel milagro.

—a ratos desearía volver y vivir días simples como los que solíamos pasar cuando recién llegamos al apartamento.

—... cuando solo teníamos un microondas para cocinar—dijo como completando mi frase.

—no sé cómo no morimos de hambre en aquel entonces—solté una risa, haciendo un sonido que salió entre mi garganta y mi nariz.

Cruzamos una mirada nostálgica, para luego permanecer en silencio hasta que nuestros cigarrillos se consumieron por completo.

—todo parecía ser más fácil en aquel entonces, ¿no?—dijo lanzando lejos su colilla sin apagar. Lo imité.

—bastante.

—lo he arruinado todo.

Le di una mirada llena de impacto tras haberme pillado por sorpresa su declaración tan sincera y despierta sobre lo que ha sucedido durante el último tiempo. Digo, no es que todo sea su culpa, si no que más bien todo ha empezado a girar en torno a él y las pésimas decisiones que toma incesantemente. En especial la decisión de emborracharse a diario.

Y es que mirando hacia un pasado no muy lejano, resulta impresionante el rumbo que han tomado nuestras vidas. Todo dio un vuelco sin que alcanzásemos a darnos cuenta y nos ha sido imposible volver a dar la vuelta hacia lo que antes era normal.

—tu silencio habló por ti.

—lo lamento—suspiré.

—yo también—agachó la cabeza.

Nuevamente nos callamos, y aproveché de encender un nuevo cigarrillo. Por su parte, él terminó de beber de la lata de cerveza que sostenía en sus manos, la dejó a un costado, pero la brisa del atardecer la volcó y la hizo rodar debajo del bus llenando el ambiente con el metálico sonido del aluminio.

—¿crees que algún día esto acabará?

—¿a qué te refieres?—me miró intrigado.

Percibí que la frase se podía prestar para un mal entendido y no supe cómo continuar sin que se sintiera atacado.

—olvídalo—hice un gesto al aire con la mano.

¿cómo va todo?

¡de maravilla! mi padre y Christie han sido muy amables conmigo, creo que son todo lo que siempre había deseado en mi vidareí.

qué bueno oír eso.

¿y tú, aún sigues en Newark?

sí, pero la próxima semana me voy, pronto empezarán las clases y además debo buscar algún empleo de medio tiempo, ya sabes, Nueva York es caro.

te irá bien.

desearía que estuvieras aquí para darme ánimo.

sabes que siempre estaré a una llamada de distancia.

Love Has Led Us Astray  ||  Gerard Way y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora