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Todo lo que alcancé a ver y saber los pocos minutos que estuve consciente se convirtió en una pesadilla constante durante el tiempo que volví a vivir en mi mente. Sin embargo esta vez, me fue mucho más fácil volver a despertar.

Al abrir mis ojos me encontré con la misma escena que había visto anteriormente. La blanca sala de hospital y yo en una camilla inmóvil. El pánico volvió a mí de forma automática, más aún al creer estar sola en aquel lugar. Sentí que volvería a desmayarme pero un suave lloriqueo desvió mi atención, logrando que hiciera cable a tierra para intentar centrarme. A pesar de sentirme débil, logré girar la cabeza en dirección al ruido escuchado, y sentí mi corazón desbocarse al encontrarme frente a frente con mi padre.

hola pequeñasusurró acariciando mi cabello, mientras que con la otra mano se limpiaba una lágrima que caía por su rostro.

Tuve miedo de hablar y no poder hacerlo, por lo que mi única e instintiva reacción fue largarme a llorar. Pero no por la situación en particular, sino que por todo. Por no lograr entender al cien por ciento lo que sucedía, por el dolor físico y emocional que había vuelto a mí, y en especial por temor a las consecuencias que traerían mis estúpidos actos. Lo único que había sido capaz de ver, tanto en Mikey como ahora con mi padre, era el sufrimiento que había causado, y eso aumentaba mi aflicción.

papámurmuré en parte aliviada que esta vez sí pude hacer salir mi voztengo miedo.

Y con aquellas palabras, sólo logré hacernos llorar aún más, por el simple hecho de que sentí cómo había pasado de tener 24 años a tan sólo 4. Me volví a sentir una niña pequeña abrumada por la vida real, lo cual me hacía agradecer enormemente que mi padre fuera quien estuviera al lado mío en aquel momento. Era la contención que necesitaba.

tranquila, yo estoy aquí y no permitiré que nada malo sucedarespondió.

A pesar de ello, los efectos de mi actuar no demoraron en llegar. Más tarde me enteré por la doctora a cargo mío que no solo se me había pasado la mano con el Xanax, sino que en verdad había estado cerca de morir. Dejé de respirar camino a urgencias, pero por suerte lograron reanimarme a tiempo, evitando que pasara a mayores. De todos modos permanecí cerca de 72 horas inconsciente, que corresponde al momento en que desperté y vi a Mikey, sumado al desmayo que me vino luego el cual en verdad había sido más que nada una siesta de 12 horas. Es decir, prácticamente tres días y medio desconectada de la realidad.

La peor parte de la historia, era que había ingresado como intento de suicidio a urgencias, no como una mera intoxicación. Eso significaba que ahora que había despertado, iba a caer todo el peso del protocolo sobre mí. Cuando estuviera completamente estable, me derivarían al ala de salud mental para recibir la atención correspondiente y evaluar si era necesario un traslado a una clínica psiquiátrica; sumado a que durante el resto de mi estadía no podría estar sola en mi habitación, ni mucho menos tener acceso a elementos con los que pudiera hacerme daño.

Intenté explicar que jamás quise quitarme la vida, que solo había sido un accidente de mi parte, pero me dijeron que dejara aquello para el psicólogo. Claro, tomarse un par de Xanax extra podría ser un accidente, sin embargo los resultados del estudio toxicológico que me habían hecho eran dignos de un suicida. Ahí comprendí que nadie al menos del personal médico creería mi versión de la historia, por lo que quizás la mejor estrategia sería seguir la corriente para acabar lo más pronto posible con mi estadía en el hospital.

Mi padre estuvo literalmente todo el día a mi lado, haciéndome compañía y relatando su versión de la historia. Kristin lo había llamado desde mi teléfono contándole lo sucedido, por lo que de inmediato hizo todos los arreglos para viajar desde Portland. A pesar de ello había conseguido llegar recién la noche anterior, donde se encontró con Mikey y le contó que había despertado pero solo por un momento. Luego de eso había permanecido junto a mi hasta que desperté. Pensaba acompañarme esta noche también, pero le insistí que mejor fuera a descansar. Ya había superado el pánico de encontrarme en una sala de hospital sin tener idea de cómo había llegado ahí, por lo que en verdad no me molestaba quedarme durante la noche con el guardia que me habían asignado. Se rehusó de primer momento, sin embargo cuando estaba por anochecer apareció Mikey y terminó de convencerlo, diciendo que él se haría cargo de mí.

Love Has Led Us Astray  ||  Gerard Way y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora