Luego de ver el sol salir, volví a casa con el mismo paso lento con el que había emprendido el viaje de ida; la diferencia fue que ahora las calles ebullían de gente, quienes me esquivaban con gran velocidad. Los oficinistas corriendo al metro, los niños a las escuelas, los vehículos pasaban raudos hacia la autopista. Todo el mundo parecía tener un destino al cual ir sin dudar. Todos, excepto yo. Los admiraba. Deseaba volver a sentir aquella energía que solía tener tiempo atrás cuando era capaz de montarme al metro una hora en dirección a Manhattan, trabajar medio día, pasar otra hora en el metro de vuelta a casa y ya allí usar el resto de nuestras horas junto a Gerard para arreglar el apartamento y poder estar más cómodos. Era capaz de hacerlo día tras día, sin cansarme. Aquella fue una buena época. A pesar de estar ambos lidiando con el estrés post-traumático del 11 de septiembre, recordaba a Gerard cantando por el apartamento mientras hacíamos nuestra vida diaria y no necesitar nada más que eso para poder respirar tranquila cuando mi mente me jugaba malas pasadas. Amaba aquella vida simple que solíamos llevar, la cotidianidad de compartir un mismo espacio, de conversar sobre lo que habíamos hecho durante las horas en las que no nos vimos. La música, las risas, el amor. Todo era mucho más fácil.
Lo extrañaba tanto.
Me sentí al borde de las lágrimas al ahogarme en la nostalgia de mis recuerdos, hasta que un empujón hombro a hombro con una señora me devolvió a la realidad.
Volví a concentrarme en los transeúntes yendo y viniendo a mi alrededor. Me sentía fuera de lugar, como un espíritu sin propósito, sin siquiera una rutina con la cual distraerme de mis desdichas. Quizás aquello era lo que me faltaba: una rutina, algo que me mantuviera ocupada y me evitase tener tiempo para pensar de más; volver a estructurarme, tener mayor noción del día, de las horas. La vida de tour me había hecho pésimo sin lugar a dudas, sin embargo debía dar pequeños pasos de momento puesto que recién llevaba un día de vuelta en casa. No podía pretender solucionar mi vida así de rápido, aunque lo quisiera.Me detuve un instante para ver si andaba con algo de dinero o mi tarjeta. Lo había decidido: el primer paso en mi intento de ser una persona funcional iba a ser ir al minimarket a comprar comida para llenar el vacío refrigerador que habíamos dejado antes de irnos de viaje.
Mi nueva meta era hacer de aquel día uno lo más normal posible. Lo necesitaba.—
Vi a Gerard entrar a casa con las manos llenas de bolsas del supermercado. Seguí con la mirada su trayectoria hasta la mesa, durante la cual pude haberlo ayudado pero el sofá estaba más cómodo de lo usual y la televisión con basura más atrapante que nunca. Me estiré con pereza y él aprovechó de sentarse junto a mí, depositando un beso en mi mejilla.
—gracias por el apoyo moral—bromeó.
—es mi día libre, tengo derecho a no hacer nada—le mostré la lengua—¿por qué tantas compras?
—pues vendrán los chicos a celebrar que mañana tendremos nuestro primer show.
—¡¿qué?! ¿por qué no me habías dicho nada?—chillé alegre abalanzándome sobre Gerard.
—hoy me llamaron del bar, todo se volvió una locura de un momento a otro.
—¿y dónde será?
—en Hoboken, en un pequeño bar donde siempre tocan bandas locales.
—¡es increíble!—lo abracé con todas mis fuerzas—me siento tan orgullosa de ti, que ni siquiera tengo palabras, ¡estoy segura que este es solo el primero de muchos shows más!—agregué eufórica.
—esperemos que así sea—Gerard besó mi frente.
—¿a qué hora llegarán los chicos?
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Love Has Led Us Astray || Gerard Way y tú
FanfictionEs el Warped Tour del 2004. Gerard Way perdió el control de sus adicciones mientras que su novia (tú) intenta día a día rescatarlo de sí mismo. Agobiada de la realidad, ella prefiere vivir de los recuerdos. Sin embargo con el correr de los días la...