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La luz de unos focos iluminó la oscuridad en la que me encontraba inmersa. Una multitud inacabable me rodeaba, todos quietos, mirando en dirección opuesta a la que yo lo hacía; y cuando trataba de observar lo que ellos miraban, parecían ponerse de acuerdo para girar y evitar que lo hiciera. Sentía que cuchicheaban, no lograba entender de qué. Parecían silbar palabras sueltas de las que jamás logré agarrar el hilo, ni cuando comenzaron a subir el volumen hasta terminar en gritos que me obligaron a tapar mis oídos. 

Un estruendo calló todo, desvaneciéndose en un eco que hizo vibrar el suelo a mi alrededor. Siguiendo mi instinto comencé a correr en dirección a la fuente de tal ruido, abriéndome paso entre la muchedumbre, la cual sin mayor esfuerzo se dejaba permear. Corrí largo rato a una velocidad que parecía ser más rápida de la que estaba acostumbrada, como si en verdad fuera mirando por la ventana de un auto. Cerré los ojos, dejándome llevar por aquel impulso. Mi cabello se agitaba con el viento y podía sentir el aire fresco entrar en mis pulmones. 

Me detuve un instante. 

Al mirar otra vez, las personas a mi alrededor se habían ido y esta vez sí me encontraba en una gran explanada oscura, sola, iluminada por aquellos focos que parecían flotar en el cielo. De repente, una voz llamó mi nombre. Di vueltas en círculos buscándola, mas no hallé la fuente.

Quise gritar, pero ningún sonido salió de mi boca. Me llevé las manos a la garganta, atónita.

—_________—oí que dijeron mi nombre nuevamente.

Por mi parte seguía muda.

—perdón—una cálida mano tocó mi hombro de manera repentina, causándome un sobresalto...

... me senté de golpe en la cama, aturdida de darme cuenta que estaba en un sueño. Me restregué la cara, agitada por tan súbito despertar y mantuve los ojos cerrados un instante para respirar con calma. Me sentía angustiada, como si el sueño que se desvanecía en mi cabeza se hubiera tratado de una tragedia. Intenté recordar el rostro de quién tocó mi hombro. Sabía que lo había alcanzado a ver, pero ahora estaba borroso. Odiaba cuando olvidaba todo, quería recordar, por último para tener un real motivo para llorar. Pero al cabo de unos minutos, ya todo era una nebulosa, incluso mi propia angustia.

10/05/2008

Miré la cámara que colgaba de mi cuello y suspiré secándome el sudor que el aire cálido de Los Ángeles hacía brotar de mi cuerpo. Aún no entraba a la galería de arte donde me habían enviado a tomar fotografías de las obras, pero de ver lo llena que se encontraba supe que iba a ser un trabajo difícil. "Es una pequeña inauguración" había dicho mi jefa intentando convencerme que viajase de Portland a California, jactándose luego de todo el esfuerzo que había hecho para conseguir un par de pases para ello.

Le creí en aquel momento, pero la realidad era que se trataba de un gran evento, lleno de gente adinerada, esnobs y hipsters. Estaba muy lejos de ser una pequeña inauguración, así como las que fotografiaba en casa, y no podía creer que ahí pasaría mi viernes por la noche. 

Solté una risa para mí misma, dándome cuenta como con el pasar del tiempo me había convertido en una adepta al ritmo tranquilo que se respira en Portland. Después de todo, con cuatro años ya viviendo de vuelta allí, había logrado encontrar mi paz, echando raíces y resolviendo mi propia vida como jamás imaginé que lo lograría. Nuevamente era una persona independiente y funcional, viviendo en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad, gracias a que había logrado encontrar trabajo. La mejor terapia hasta el momento.

—vaya evento—silbó Tracy, mi compañera. Una joven periodista, que llevaba un par de meses trabajando junto a mí.

The Bear Deluxe era el nombre de la revista para la cual trabajábamos. La línea editorial de artes visuales, literatura y cultura en general, me mantenía de exposición en exposición, tomando registro de las obras. Por lo general en Portland, pero un par de veces me había tocado ir a San Francisco y a Seattle; no obstante esta era la primera vez que me mandaban a Los Ángeles. Un largo viaje, en el que creí que me toparía una galería casi vacía, como siempre, pero ahí estaba estresada de tan solo ver el caos al que estaba por ingresar.

Love Has Led Us Astray  ||  Gerard Way y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora