27.

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Todo el camino al aeropuerto lo lloré en brazos de Mikey. No llevaba ni una hora tras el quiebre con Gerard, sin embargo ya me sentía devastada. La incertidumbre de no saber si había tomado la mejor decisión o simplemente me había dejado llevar por mis impulsos me carcomía las entrañas, más aún al no saber la magnitud de las consecuencias que traería la separación.

la cagué Mikey, no debería haber hecho estosollozaba aferrada a mi amigosolo estoy poniendo más peso sobre tu hombro y el de los chicos. Gerard va a enloquecer, me da miedo que haga algo estúpido... en verdad la cagué.

ya has resistido más que suficienteMikey acarició mi cabellohonestamente me preocupa más que seas tú quien enloquezca con todo estosuspiró agobiadoprométeme que vas a ser fuerte y que me vas a llamar a diario para decirme cómo estás. Desearía poder acompañarte y protegerte de todome envolvió en sus brazos.

Asentí con la cabeza, sin tomarle mucho asunto en verdad a lo que Mikey había dicho. Estaba más ocupada en sentir el dolor que ahogaba mi pecho. Cada paso, cada centímetro que me encontraba más lejos de Gerard me provocaba más dolor, pero no por la lejanía física, sino la espiritual. Sentía como si nuestras vidas se estuvieran alejando nuevamente. Dolía mucho y al mismo tiempo me aterraba ya que si bien lo que había ocurrido era grave, mi idea no era alejarme de él en verdad. Esto solo era algo de tiempo, nada más. No obstante la intuición en mi interior me decía que quizás nunca más lo volvería a ver y no hallaba cómo calmar la desesperación que aquel sentimiento provocaba en mí; más aún al imaginar que quizás no lo volvería a ver porque existía una alta probabilidad que se le ocurriera atentar contra sí mismo, y de tan solo pensar en ello podía sentir como todo el mundo temblaba a mi alrededor.

esto va a pasar, debes estar tranquiladijo Mikey aún abrazándome.

Volví a asentir, a pesar de estar muy lejos de la calma, sin embargo no quería preocupar más a mi amigo.

Tras llegar al aeropuerto y despedirme de Mikey, entré en piloto automático. El viaje a casa duró poco más de tres horas entre el vuelo y el tráfico en las calles de Nueva York. Llegué por inercia, convertida en un zombie debido al cansancio que me había provocado la mezcla de la discusión, el llanto, el viaje mismo y las pastillas. Debido a eso antes de siquiera alcanzar a llorar la nostalgia de estar en casa a solas, caí rendida sobre la cama en un profundo sueño.


—bienvenida a casa—cantó Gerard abriendo la puerta de par en par.

Solté una risa al verlo tan enérgico a pesar de haber pasado casi tres días viajando en automóvil a través del país, pero entendía su emoción ya que también la sentía al pensar que ahora compartiríamos un hogar. Entré a paso lento contemplando todo a mi alrededor. Volví a reír al darme cuenta que el apartamento en verdad era una versión más grande de su habitación en casa de su madre.

Era una planta libre, más larga que ancha, con grandes ventanales mirando hacia la calle por lo que la luz natural llenaba todo el lugar. Pude contar con los dedos de la mano los muebles que tenía: un colchón de dos plazas en el suelo para dormir, una mesa redonda con dos sillas, el lavaplatos con un par de alacenas al costado y arriba, un microondas y su escritorio. Este último parecía ser el mueble más utilizado de todo el lugar ya que estaba rebosante de papeles con dibujos y garabatos. La única habitación privada era el baño el cual a pesar de ser pequeño igual tenía una tina, bastante antigua, pero funcional según Gerard, lo cual me alivió ya que en verdad luego de tan largo viaje apestábamos horrorosamente.

Tras asearnos, comer algo y descansar un par de horas, Gerard decidió hacerme un tour por el barrio.

—el metro está a solo una cuadra, lo cual es genial. En ese local venden la mejor comida thai de la vida—dijo apuntando un pequeño restorán nada confiable a simple vista—en la esquina de allá venden cigarrillos baratos, no sé por qué, quizás los roban y los reducen acá—se encogió de hombros—nunca entres a ese local de allá porque el tipo que atiende es un acosador que incluso a mí me pone los pelos de punta...

Love Has Led Us Astray  ||  Gerard Way y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora