Love Has Led Us Astray || Gerard Way y tú

19.

—debo confesar que estoy impresionada.

—¿por qué?

—porque cuando me dijiste que era una cita, estaba escéptica—alcé una ceja, torciendo una sonrisa.

—tú dijiste que era una cita.

—da lo mismo, no cambia lo que estoy intentando decir.

Gerard soltó una risa, abrazándome con fuerza. No obstante, lejos de estar bromeando, era verdad que estaba impresionada de que hubiese cumplido su palabra de que aquella noche saldríamos a dar un paseo. Jamás esperé que resultase cierto.  Digo, todas las probabilidades están en su contra, es cosa de rebobinar los últimos meses que hemos vivido para en verdad saber cuánto valoraba aquellos segundos en los que podía sentir sus tibios brazos estrecharme con aquel cariño del cual en la actualidad me siento huérfana.

—cada vez que me felicitas por algo que hago, admito que no sé si sentirme bien al respecto o mal al saber que en verdad la mayor parte del tiempo soy una completa basura—dijo Gerard apoyando su barbilla en lo alto de mi cabeza.

—deberías sentirte bien, y continuar haciéndolo. Esta noche al menos lo amerita.

—ciertamente—sonrió.

Llevábamos un par de horas vagando por la ciudad, y aunque no habíamos realizado grandes actividades además de ver el show de pirotecnia y buscar algo de comer, en verdad estaba resultando en una velada perfecta. No necesitaba más que eso para volver a sentirme como en casa y rememorar aquellas noches en las que nos sentábamos a mirar la ciudad a través de la ventana de nuestro apartamento, sin preocupaciones, solo viviendo el día a día. Añoraba volver a sentir la paz de aquel entonces.

—en noches como esta siento que podría pasar toda una eternidad a tu lado, Gerard.

—todas las noches me siento así.

No supe que decir, había anulado por completo mis sentimientos. Sabía que debía decirle un "es cierto, yo también" pero no podía mentirle. No podía mentirme. En especial cuando la mayor parte del tiempo eramos un desastre. Sí, quería estar una eternidad a su lado, pero fuera de la miseria en la que me sentía.

Opté por abrazarlo en silencio, mientras él fijó la mirada en el río que corría frente a nosotros, con una sonrisa en el rostro. Sin embargo, lejos de haber ocultado mis pensamientos, fui lo suficientemente transparente para que él me leyera.

—comprendo—dijo acariciando mi cabello.

—no, yo-

—de todos modos me gustaría que hiciéramos una promesa—me interrumpió, mirándome con un brillo melancólico en sus ojos.

—¿qué promesa?

—en verdad son dos.

—¿dos?—lo miré con el ceño fruncido, intrigada de saber qué se le había ocurrido.

Suspiró.

—no creas que porque paso la mayor parte del día ebrio y/o bajo el efecto de las drogas no tengo conciencia de lo que está pasando. Sé que, en gran parte por mí culpa, vamos en picada a un desastre inminente y que quizás lo nuestro no va a durar mucho más. Lo sé. Sé que estás cansada, a pesar de que intentas estar de buen humor para lidiar conmigo...

—¿qué... qué estás tratando de decir?—tartamudeé sintiendo la ansiedad agolparse en mi pecho.

Cada palabra que había dicho había entrado en mi cabeza provocando un colapso en mi interior. Peor aún cuando continuó con su discurso, haciendo caso omiso a mi pregunta.