Para la última jornada en el hospital, lo único que deseaba era volver a casa e intentar retomar mi vida normal. Como todos los días, mi padre había llegado temprano a hacerme compañia y mientras esperábamos que me dieran el alta, aproveché de darme un baño y vestirme con mi ropa al fin, luego de largos días usando la monótona bata de enferma.
—muero por llegar a mi apartamento—dije terminando de revisar que no se me quedase nada en la habitación.
—respecto a eso—mi padre suspiró—creo que debemos conversar.
Lo quedé mirando sin entender a qué se refería. De todos modos su mueca seria me hizo prever que no era nada bueno. Al menos no para mí.
Justo en aquel instante apareció la doctora con los papeles del alta, por lo que nuestra conversación se pospuso hasta que encontramos una cafetería, que obviamente no fuera la del hospital.—¿qué ocurre?—retomé el tema apenas hallamos una mesa a la cual sentarnos.
—supongo que estás consciente que luego de todo lo sucedido, no puedes quedarte sola acá en Nueva York—soltó mi padre de sopetón.
—no estoy sola—solté una risa nerviosa—tengo a mis amigos.
—pero sí lo estás en casa, por lo tanto, ¿quién se va a hacer cargo de ti?
—¿por qué necesitaría a alguien que se haga cargo de mí?
—porque eso fue lo que dijeron los doctores, tú lo sabes.
—cielo santo—resoplé con hastío—sé lo que dijeron los doctores, pero ya estoy bien, no tienes que preocuparte por mí.
—¿"estás bien"? ¿Cómo puedes saberlo si ni siquiera ha pasado una semana desde que despertaste?
—no lo sé, porque me siento bien—me encogí de hombros.
—sabes que no basta con eso.
—¿no basta para qué?
—para evitar que se vuelvas a provocarte una sobredosis, por ejemplo.
Me sorprendió lo directa de la frase que soltó mi padre y quise rebatirle, sin embargo estaba consciente que jamás creyó mi versión de que la sobredosis no había sido por un impulso suicida. Además podía entender su preocupación, era natural.
—¿puedes decirme a dónde quieres llegar con esto?
Mi papá dio un suspiro de aquellos cuando tiene que hacer algo que en verdad no quiere. Metió la mano al bolsillo de su chaqueta y dejó sobre la mesa dos boletos de avión.
—te vas a ir conmigo a Portland, al menos hasta que te equilibres un poco y seas capaz de volver a valerte por ti misma.
Miré a mi padre con los ojos abiertos de par en par, sintiendo como la ansiedad subía por mi cuerpo hasta hacer zumbar mi mente a pesar de estar legal y correctamente medicada. Me sostuve la cabeza concentrándome en no caer en una crisis. Conté hasta diez con los ojos cerrados esperando que lo que acababa de escuchar hubiera sido una broma de mal gusto, sin embargo al abrirlos me encontré cara a cara con los boletos sobre la mesa.
Era real.
Literalmente mi papá estaba obligando a irme con él al otro lado del país, dejando toda mi vida atrás, por segunda vez, y en esta ocasión sin siquiera preguntarme mi opinión al respecto. De la nada, sin un aviso previo, dándome la noticia de manera de repentina el mismo día que ponía un pie fuera del hospital.
¿Podría acaso ser peor?
Era capaz de imaginar y comprender sus razones, incluso pude haberlo visto venir de cierto modo como consecuencia directa de mis estúpidos actos, pero de todas formas no dejaba de ser un método descabellado para abordar la situación en la que me había metido.
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Love Has Led Us Astray || Gerard Way y tú
Fiksi PenggemarEs el Warped Tour del 2004. Gerard Way perdió el control de sus adicciones mientras que su novia (tú) intenta día a día rescatarlo de sí mismo. Agobiada de la realidad, ella prefiere vivir de los recuerdos. Sin embargo con el correr de los días la...