Capítulo 4

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El silencio parecía eterno, los segundos pasaban y la azabache comenzaba a molestarse por la actitud del Inu. En cambio él miraba tranquilamente a la sacerdotisa que estaba frente a él con una ligera mueca de molestia, comprendía el porqué de su enojo, pero ya había pisoteado mucho su orgullo como para seguir haciéndolo.

- Eso no es relevante, ahora dime, ¿qué averiguaste tú? - preguntó el youkai evadiendo a la miko.

Kagome cerró los ojos frustrada por su terca personalidad, pero respondió...

- Sí, hay un templo que está en los límites del Norte, y ahí se puede encontrar cualquier tipo de información, estoy segura que allá puede haber algo que te pueda ayudar.

- Así que un templo, bien, iré allí - dijo el peliplateado volteando.

- ¡Espera! No estarás pensado ir solo ¿o sí? - preguntó exaltada.

- Por supuesto, nadie debe enterarse de esto y mientras más rápido vaya, mejor - respondió él mirándola de reojo.

- ¡Aún así no podrás tú solo! Aunque seas un youkai te tomará semanas en llegar, y en tu situación actual, si te llegarán a atacar estarías en desventaja - alzó la voz molesta.

El peliplateado volteo a verla un poco molesto, así que levantó su youki para intimidarla, más sin embargo no logró su cometido, ya que ella levantó su reiki, logrando opacar la energía del Inu.

- ¿Lo ves? Tu youki está notoriamente más bajo, no necesite demasiada energía espiritual para aplastar la tuya - comentó la azabache frunciendo el ceño.

Sesshomaru, por su parte no respondió nada, sabía que la mujer que estaba al frente suyo tenía la razón, y eso lo molestaba en demasía.

- Iré contigo y te ayudaré a romper la maldición como bien te dije ayer, y ahorrate tus quejas porque aunque no quieras te acompañare de todas formas - dijo mientras se cruzaba de brazos.

El ojidorado frunció el ceño molesto, pero no replicó.

- Haz lo que quieras - dijo alejándose de ella.

- ¡Oye espera! Iré contigo - gritó la chica acercándose a él.

- Mañana al alba partiremos, por ahora despidete de tus amigos mientras yo arreglo unos asuntos en el castillo; y recuerda no decir con quien viajarás - dijo mientras comenzaba a levitar.

- Lo sé, mañana te esperaré aquí, esta vez no tardes, Sesshomaru - respondió burlona la azabache, y él por su parte la miro como si quisiera asesinarla.

Volteo y comenzó a caminar de regreso a la aldea, tenía que pensar en que les iba a decir a sus amigos, no podía simplemente desaparecer; eso sería muy egoísta de su parte.

La noche había caído totalmente Cuando ella volvió a la aldea. Las antorchas alumbraban la oscura noche de luna nueva y dentro de las pequeñas cabañas se podían escuchar algunas risas y gritos, donde una era la que destacaba sobre las demás.

- ¡Kagome! Al fin has llegado ¿por qué demoraste tanto? - preguntó su querida amiga.

- ¡Señorita Kagome! - gritó Rin corriendo a abrazarla, siendo correspondida inmediatamente por la miko.

- Lo siento chicos, me entretuve con algunas cosas... - respondió nerviosa.

- Señorita, siéntese con nosotros - invitó el monje.

- Sí, gracias Miroku.

- Estábamos recordando los tiempos de cuando buscábamos la perla de Shikon - comentó Sango - Sin duda serán los recuerdos más inolvidables de mi vida.

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