Capítulo 5

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El cielo nocturno comenzaba lentamente a aclararse, prueba de que pronto amanecería. La azabache se levantó cuidadosamente del futón que compartió con Rin esa noche, procurando no despertarla en el acto. Acarició la cabeza de la niña con ternura y luego beso dulcemente su frente, la extrañaría mucho.

Miró a cada unos de sus amigos completamente dormidos, o al menos eso creyó ella...

- ¿Ya te marchas?

La miko se sobresaltó al escucharlo.

- Pensé que dormías - dijo la joven al verlo.

- No pude dormir... en esta forma es difícil hacerlo, soy vulnerable - respondió el Inu aún siendo humano.

- El sol está por salir, pronto volverás a la normalidad...

- ¿Irás? - preguntó él nuevamente.

- Sabes que sí, es mi deber.

- Podría acompañarte.

- No esta vez, Inuyasha - se acercó a su amigo - es algo que tengo que hacer por mí misma.

- Eres una terca - dijo mientras la abrazaba.

- Lo sé...

-Promete que te cuidarás - la tomó por los hombros para ver su rostro.

-Te lo prometo, Inuyasha - sonrió.

El hanyou sin duda alguna se preocupaba enormemente por Kagome, ella era lo más especial que tenía, y no quería perderle. Le preocupaba mucho el viaje que realizaría la chica, pero comprendía que ella tenía una responsabilidad y la debía acatar.

Desde que aclararon sus sentimientos, estuvo muy al pendiente de la miko, se sentía culpable por no poder corresponderle de la misma forma, pero tuvo que ser sincero con ella; la joven por su parte no se encontró tan mal como lo espero el Inu, pero aún así, siguió al lado de ella, acompañándola como un "amigo".

- Ya es hora, hasta pronto Inuyasha - se despidió la pelinegra.

- Hasta pronto Kagome, cuídate.

- Lo haré, por favor despídeme de los chicos - dijo ella mirando a sus dormidos amigos.

Él asintió con la cabeza, para después ver a la azabache marcharse.

- Adiós, Kagome - susurró  melancólico.

La miko alzó su rostro al cielo e inspiró el puro aire que le ofrecía aquella hermosa mañana. Comenzó a caminar hasta su cabaña, y ahí mismo preparo sus armas y utensilios necesarios.

Salió de su hogar con un nuevo traje y con su arco y flechas en su espalda, y ya estando lista se puso en marcha. El sol poco a poco comenzaba a iluminar su camino, haciéndole más fácil ver por donde pisaba. Una vez llegó ahí identificó al youkai que estaba de espaldas.

- Has llegado temprano, Sesshomaru - comentó la azabache burlesca.

- Mujer, no tientes a tu suerte - respondió él volteando a verla con el ceño fruncido - es hora de irnos, andando...

- Como digas - dijo después de suspirar.

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- Entonces... ¿Ya se marchó? - preguntó Sango.

- Si, antes del amanecer ella se fue.

- ¿Ella va a volver? - preguntó Rin con ojos llorosos.

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