Capítulo 39

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El viaje hacia el Oeste había sido realmente agotador. Viajar en el lomo de aquel perro gigante la había puesto nerviosa, no solo el hecho de estar arriba de tan majestuosa criatura si no que se sentía raro que su suegra la cargara. No habían mantenido una conversación estable en aquel recorrido solo un "Súbete a mi lomo, iremos volando" que dijo ella antes de transformarse.

Las náuseas no tardaron en aparecer en compañía de los desagradables mareos, sin embargo, los pudo soportar.

A lo lejos, la miko lograba apreciar unas altas torres estilo Japonés. La estructura era sin duda hermosa, y la vegetación increíblemente verde y llena de aire puro. Las grandes patas caninas se depositaron finalmente sobre el amplio suelo, y Kagome suspiró con alivio.

- ¡Mi señora! Al fin a llegado - se escuchó una chillona voz.

- Hmmp... ¿Hiciste lo que te pedí? - preguntó volviendo a su forma humanoide.

- ¡Por su puesto mi Lady! ¡Ya está todo el ejercito de Oeste preparado! - contestó.

- Bien - contestó la nombrada con simpleza.

- ¡¿Pero qué hace la mujer de Inuyasha aquí?! - preguntó el demonio verde escandalizado.

Kagome no dudó un segundo en defenderse, pero antes siquiera hacerlo, la bella dama ya había golpeado la cabeza de pequeño sapo. 

- Estás hablando ante la actual hembra de tu amo. Más respeto - amenazó la peliplata comenzando a avanzar.

Yaken se desmayó de la pura sorpresa, y la miko no pudo evitar reír.

- Sígueme - ordenó la Inu.

La joven azabache asintió, y la siguió de cerca. Observó con cuidado el lugar y quedó maravillada ante la elegancia y belleza de la mansión del Oeste. Ingresaron a una sala repleta de pergaminos y papeles, pero completamente ordenados. La mayor tomó asiento sobre un fino cojín e hizo un gesto a la pelinegra para sentarse al frente de ella.

No tardó en aparecer una hermosa muchacha youkai de cabello corto y ojos amarillentos. Vestía una tradicional yukata y en sus manos llevaba una bandeja con té.

- ¿Hace cuánto estás con mi hijo? - preguntó directamente una vez que la youkai se retiró.

Kagome no pudo evitar sentirse incómoda ante la pregunta de la Inuyoukai. Sabía de antemano que no era del total agrado de la hermosa peliplata, y eso le era un poco desagradable.

- Comenzamos a viajar hace unos tres meses aproximadamente - indicó sin dejar de mirarla.

- Me refiero a cuando te hizo esa marca.

La miko involuntariamente se llevó una mano a aquel lugar y pudo apreciar aquella calidez y la esencia del youki de su pareja.

- Un mes, creo... - contestó.

- Me parece fascinante que hayas podido soportar su marca, más aún siendo una sacerdotisa - comentó interesada.

- No fue fácil, fue muy doloroso - respondió la pelinegra.

- Lo puedo imaginar, sin embargo, resultó todo bien para ti.

- Logré hacer que mi reiki no rechazara la marca, aún no me explico como pero funcionó...

- Eso demuestra que eres realmente fuerte muchacha - elogió la youkai.

- ¿Puedo preguntar el por qué de su interés? 

- Hmmp... Sé que estás cargando a un cachorro en tu vientre, solo verifico si serás capaz de traerlo a este mundo - contestó sinceramente.

- ¿A qué se refiere? - preguntó asustada cubriéndose el vientre con sus manos.

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