Kagome no se movía, su frágil cuerpo se encontraba tenso y lleno de ansiedad. El pelinegro estaba a unos centímetros de sus labios, podía sentir su irregular respiración salir por su boca, y podía jurar oír unos acelerados latidos. Cerró los ojos dejándose llevar por aquella increíble sensación, mientras el ojiazul se acercaba para al fin besar sus labios.
Pero no todo podía salir como ellos querían...
Antes de rozar sus labios, un estruendoso ruido se pudo oír a lo lejos, provocando que se separaran al instante.
Kagome, muerta de la vergüenza corrió a ponerse el resto de su ropa, mientras Sesshomaru no podía hacer más que mirar en la dirección donde se había escuchado el estruendo.
La azabache una vez lista tomó su fiel arco flechas y corrió de vuelta a la cueva.
- ¡Sesshomaru, no te muevas de aquí! - grito ella.
El nombrado la miró de la manera más fría posible, pero hizo lo que ella le ordenó, al fin y el cabo, él no sería de mucha ayuda en su forma humana. Apretó sus puños con fuerza, sintiendo rabia consigo mismo, por culpa de esa estúpida maldición tenía que tragarse el orgullo y dejar que una mujer lo defendiera. Solo debía esperar y confiar en la joven sacerdotisa.
Kagome corrió con todas sus fuerzas al lugar donde se oyó tal ruido, y como temía, era la pequeña cueva en la que hace poco su compañero y ella habían compartido.
Miró con preocupación el lugar, unas grandes rocas tapaban la entrada y el pasto y hierba alrededor se encontraba totalmente seco, como si algo les hubiera quitado la vitalidad.
- Así que tú eres la pequeña miko...
La pelinegra volteó al instante al oír aquella voz...
Una mujer de pelo largo, ondulado y rojo la miraba burlonamente, sus ojos eran como el color de la sangre, y se notaba diversión en ellos. Vestía una yukata bastante reveladora, dejando ver gran parte de sus inmensos senos, y en su pierna, un apertura que dejaba ver su muslo derecho.
- ¿Quién eres tú? - preguntó la azabache de manera seria.
La extraña mujer sonrió.
- Pero que fría... - respondió la extraña.
- Te hice una pregunta - dijo la miko preparando su arco.
- Mi nombre es Saya, soy una sacerdotisa, como tú - dijo la pelirroja.
Kagome bajó su arco bastante impresionada.
- ¿Qué sucede? ¿Te sorprende? - preguntó la mujer de manera burlesca.
- No siento ningún reiki en ti
La extravagante mujer solo se echó a reír.
- Si bueno, mi reiki es algo "distinto" por así decirlo...
- ¿A qué te refieres? - preguntó la azabache sin dejar su postura seria.
- Digamos que no es totalmente puro
- Hmm eres una sacerdotisa renegada
- Esa es una manera muy fea de decirlo - se quejó la de ojos rojos.
- ¿Tú fuiste quién destruyó la cueva?
- Calculé mal, pensé que estabas ahí dentro...
- Entonces quieres asesinarme.
- Asesinar no es la palabra correcta, sino probarte
- ¿Probarme? - preguntó la pelinegra confusa.
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Destino
FanfictionUna maldición acecha al gran youkai Sesshomaru, quien resignado va en busca de la única mujer que lo podría ayudar. Una nueva aventura comienza, donde el peliplateado y cierta azabache tendrán que viajar juntos. Los sentimientos de cada uno saldrán...