Capítulo 24

2.5K 284 21
                                    

La tensión podía sentirse en el aire, los choques de youki generaban pequeñas explosiones alrededor del poderoso Inuyoukai. Los sirvientes del castillo lo miraban con miedo, pero pese a eso no bajaban sus armas, puesto que si desobedecían les iría peor.

- Por favor Lord Sesshomaru, cálmese - suplicó un guardia.

- ¿Dónde está la miko? - preguntó ronco por el enojo.

- Ella se encuentra descansando - habló una fémina saliendo del palacio.

- Tú, tú fuiste quién secuestró a Kagome. No pienses que te voy a dejar con vida después de tu insolencia - declaró el peliplata corriendo para atacarla con sus garras.

Saya con esfuerzo logró evitar que le atravesaran el corazón, sabía de sobra que estaba en desventaja, pero debía asegurarse de mantener a la miko dentro a como de lugar.

- ¡Entrégame a mi mujer! - grito con furia la bestia interna del Lord del Oeste.

- ¿Tu mujer? - repitió sorprendida la pelirroja.

Una nueva embestida casi la hace caer, pero los soldados afortunadamente lograron evitar ese hecho.

Sesshomaru iba enserio, y si no se daba prisa no dejaría a nadie vivo...

- Te mataré - dijo él con los ojos teñidos en rojo.

Sacó a Bakusaiga de su funda y se preparó para el siguiente ataque.

- ¡Señorita Saya! - grito un soldado empujándola al suelo.

El poder de aquella espada era devastadora, eso Saya lo sabía, pero verlo en carne propia era de lo más aterrador... De un solo movimiento había asesinado a todos sus soldados, y de no ser por el que se encontraba inerte sobre sus piernas, ella estaría de la misma manera.

- Devuélveme a Kagome - dijo otra vez acercándose lentamente a la ojisangre.

- ¡Ella está recuperándose! ¿No te diste cuenta que usó todo su poder? ¡Por poco muere! - intentó calmarlo.

Sesshomaru se detuvo en seco, procesando lo que aquella mujer había dicho. Definitivamente Kagome había usado todo su poder, él lo sabía, pero no que estuvo a punto de morir.

- ¡Su cuerpo no resistió tanto poder! ¡si no fuera por mí ella estaría muerta! - explicó Saya incorporándose.

- ¿Dónde se encuentra? Dímelo o no tendré piedad al asesinarte - amenazó el Inu, pero volviendo a su estado frío de siempre.

- No puedo dejarte pasar... -

Apenas terminó de decir esas palabras, la espada de Sesshomaru apareció frente a ella en cosas de segundos. Con muchísimo esfuerzo logró parar aquella arma con sus finas cuchillas, las cuales sabía que no durarían mucho tiempo.

- Si te la llevas en el estado en que se encuentra morirá ¡comprende de una buena vez!

- A ti no te interesa la salud de Kagome, solo la tienes aquí por órdenes de tu amo. Eso es lo único que te importa - respondió el ojidorado.

- ¡Pero eso no cambia el hecho de que esta grave! ¡Si sufre otra sobrecarga de poder morirá!.

- Me encargaré de que eso no suceda  - dijo él al momento que la arrojaba.

.

.

.

.

Todo estaba oscuro, sentía su cuerpo pesado y sus piernas no respondían. Tenía frío, un frío que le calaba los huesos. Intentó abrir sus ojos pero estos parecían no responder. Parecía que una roca la hubiera aplastado.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora