Capítulo 35

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Había pasado más de una semana desde que el youkai y la sacerdotisa fueron envueltos en esa peligrosa situación. Luego de descansar lo suficiente, ambos continuaron con su camino. Kagome hizo prometer a Sesshomaru que no volvería a volar, pues creía que esa era la gran causa de su agotamiento. 

En esos momentos Kagome miraba completamente sonrojada a un pelinegro desvistiéndose. Sabía que había hecho mucho más que solo mirarlo desnudo, pero aún le daba pena.

- Me sorprende que te sonrojes a estas alturas - comentó divertido el de ojos azules.

La azabache hizo un mohín y volteó a ver al lado contrario.

- Entra conmigo, sé que también quieres bañarte - dijo él ingresando a la pequeña laguna que habían encontrado esa mañana.

Con sus mejillas aún sonrojadas comenzó a quitarse lentamente sus ropas de miko. Su pareja tenía razón, no había podido darse un baño en varios días y ya su cuerpo le exigía estar limpio. Entró en la laguna siendo observada fijamente por el hombre que amaba. El agua estaba muy fría, pero no le dio tanta importancia, ya que en esos momentos sentía mucha calor.

- Ven aquí - ordenó él, y ella al instante obedeció.

La abrazó por la cintura y pego su cabeza a su firme pecho. Kagome sonrió ante tal gesto y correspondió a su muestra de cariño.

- Creo que debería darte las gracias, miko - dijo él sin soltarla.

- ¿Eh? ¿por qué? - preguntó ella alzando su mirada para verlo.

- Por salvarme la vida...

La pelinegra sonrió con ternura para luego sujetarse de los anchos hombros de él y darle un suave beso. Al separarse, observó con fascinación como los rayos de sol se infiltraba por los frondosos árboles que rodeaban el lugar. Le pareció ver aún más intenso aquel color azul, además de un cierto brillo que siempre solo ella podía apreciar, no solo en su forma de humano, también cuando este la miraba con sus dorados ojos. 

- Te amo, jamás dejaré de hacerlo - confesó sin dejar de mirarlo.

Sesshomaru sonrió de lado, y la abrazó con fuerza.

- Es bueno saberlo, ya que me tendrás a tu lado hasta el fin de tus días...

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La castaña miraba con algo de recelo a la hermosa pelirroja que estaba al lado del peliplata. Ambos habían llegado en la madrugada de la noche anterior, y en esos momentos se reunieron todos porque según él había un asunto muy importante del cual hablar.

Observó de reojo a su marido, este miraba de una manera peculiar a la nueva mujer. Sango bufó molesta.

- ¿Y bien? - preguntó finalmente a la pareja llegada.

El de ojos dorados alzó su mirada para luego observar a la mujer que tenía a su lado.

- Logré encontrar a Sesshomaru, al parecer era cierto lo que había dicho aquel youkai que visitó la aldea hace unas semanas - respondió.

- ¿Entonces sí era el Lord del Sur? - preguntó esta vez Miroku.

- Así es, y lo que dijo era verdad, aunque Sesshomaru aseguró que él haría lo posible por evitar una guerra.

- No comprendo, ¿por qué quieren una guerra? 

- No lo sé con detalles, Sango. Pero tal parece que el idiota de Sesshomaru ha tenido varios problemas con el Lord del Este.

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