Ir volando al palacio fue una de las razones por las cuales sus energías se debilitaron. Sin embargo, no se arrepentía, ya que necesitaba con urgencia aclarar asuntos con el Lord del Sur. Salió de aquellas tierras caminando, aún había sol y faltaban unas cuantas horas para el atardecer, por lo que trataría de avanzar lo que más pudiese por tierra firme para no seguir abusando de sus debilitadas fuerzas.
Pese a que caminó de manera rápida, no fue mucho lo que avanzó. El sol comenzaba a caer con rapidez y sabía que tenía que llegar antes del anochecer. Emprendió vuelo, sin importar lo débil que se sentía. Aunque iba a una buena velocidad, sabía que llegaría en más de una hora a la aldea donde había ordenado a la azabache quedarse. Varios minutos después, sintió su pulso de youki desaparecer por un momento, por lo que comenzó a caer. Bufó con molestia mientras trataba de alzar su energía demoníaca para no terminar como papilla en el suelo. Unos pocos metros antes de tocar suelo, logró estabilizar su youki, pero no puedo evitar caer de rodillas y tomar aire con dificultad.
No entendía porqué le pasaba eso. La maldición, supuestamente mientras más avanzaba, más como humano comenzaría a sentirse, entre ello sentiría cansancio y dolor. Sin embargo, eran unas pocas semanas en las que el sello se modificó, por lo que no debería sentirse tan mal por volar unas pocas horas. ¿Qué era entonces?...
El sol se terminó de ocultar, y en el bosque comenzó a reinar la oscuridad. Maldijo su mala suerte, pero a la vez estaba tranquilo de que su mujer estaba a salvo. Comenzó a caminar, y activó cada uno de sus sentidos. No dudaba en que más de un demonio lo atacaría esa noche, aprovechándose de su inestabilidad, sin embargo, no se las haría fácil.
Tal como predijo, minutos después varios demonios de bajo nivel se lanzaron a atacarlo. Con su látigo acabó con varios de ellos, y con el resto usó sus filosas y destructivas garras. Sacudió su mano cubierta de sangre, con la intención de quitar ese apestoso líquido carmesí de él, pero poco fue lo que se quitó. Gruñó con fastidio, fácilmente podría encontrar algún río o alguna fuente de agua, pero el tiempo no era misericordioso con él. En pocas horas se convertiría en un frágil humano.
Al pasar de las horas, varios demonios más lo habían atacado, y ya poco a poco comenzaba a sentir sus fuerzas abandonarlo. Decapitó al último youkai lagarto que se había lanzado a atacarlo, para después caer al suelo. Sintió entonces su pulso youkai dejarlo por completo. Con esfuerzo, logró recostarse sobre las raíces de un árbol. Sentía un cansancio enorme, nunca en su larga vida se había sentido de esa manera. Intentó descansar lo que más pudo, pero al no contar con sus agudos sentidos lo hacía sentirse tremendamente inseguro, por lo que se encontraba atento a cualquier ruido que sus normales oídos podían escuchar.
Unas risas logró oír acercándose, y supo que una nueva pelea se aproximaba, pero esta vez, él era el que más probabilidades tenía de morir.
Los demonios hicieron su aparición, dejando ver sus distintas apariencias y razas. Se les veía contentos por encontrar una nueva presa. Sesshomaru, los miró fríamente y rogaba en su interior salir vivo de esta.
Comenzaron a rodear su sitio de descanso, burlándose de él con estúpidos comentarios. En su mente el pelinegro maldecía a Hotaro, pues por su culpa él se encontraba en esa penosa situación. Tomó a Bakusaiga del mango y la blandió frente a él. Unos cuantos demonios cayeron inertes sobre sus pies. No podía usar los poderes demoníacos de su espada, pero sí le daría un buen uso a su filo.
Los demás ataques no tardaron en llegar, con Bakusaiga logró matar y ahuyentar a varios, pero otros eran bastante rápidos para intentar despedazarlos. Finalmente, tres de los muchos demonios que habían se detuvieron frente a él, mirándolo con una mirada y sonrisa de autosuficiencia que él en esos momentos realmente odió.
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Destino
Fiksi PenggemarUna maldición acecha al gran youkai Sesshomaru, quien resignado va en busca de la única mujer que lo podría ayudar. Una nueva aventura comienza, donde el peliplateado y cierta azabache tendrán que viajar juntos. Los sentimientos de cada uno saldrán...