Capítulo 16

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Kagome se consideraba a sí misma, una mujer muy inteligente, fuerte y eficaz, pero en esos momentos ya no se encontraba muy segura de su intelecto, puesto que el joven youkai la confundía en demasía. El corazón de la azabache latía a mil, sus pensamientos iban y venían, pero nada de eso sirvió para comprender el actuar de su compañero.

Pronto, el aura demoníaca del pelipleateado se pudo sentir desde la entrada, y ella no pudo evitar su nerviosismo.

- ¿Son estas? - preguntó el ojidorado cuando se acercó.

- ¿Eh? - expresó la azabache confundida.

- Las plantas - respondió él alzando unas hierbas inusuales.

- ¡Ah! Si, esas son. ¡Muchas gracias Sesshomaru!

- Puedo oler tu nerviosismo, mujer - aseguró él sentandose a su lado.

- Yo... - sabía que no podía mentirle al Inu y menos en su forma de youkai, tenía un olfato muy desarrollado, capaz de percibir si alguien mentía.

Sesshomaru, por otra parte, también se encontraba nervioso, pero no lo iba dar a conocer. En su interior realmente quería que ella dijera algo, cualquier cosa; se sentía demasiado ahogado con las propias palabras que él había dicho antes de ir a buscar esas plantas. Él, el gran y poderoso Lord del Oeste, jamás sintió ese tipo de ansiedad, de hecho, ninguna emoción o sentimiento. El peliplateado había crecido en un lugar donde carecían de afección y amor, había sido entrenado para convertirse en un poderoso youkai, pero nadie lo preparó para esos sentimientos que le producía la joven miko.

- No es nada - mintió la pelinegra.

Sesshomaru suspiró interiormente, pero no dijo nada. Quizás era lo mejor.

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Una hermosa pelirroja caminaba apresuradamente hacia el estudio de su amo. Los guardias que protegían la entrada abrieron paso para que ella pudiera ingresar sin problema.

Saya lucía preocupada, pero más que nada insegura. Hace muchos años que no sentía dichos sentimientos, que por culpa de la joven miko volvieron a aparecer. Durante su regreso pensó mucho en como había sido su vida y como el Lord del Norte la había ayudado, no podía darle la espalda a la persona que creyó y confió en ella, pero por otra parte había visto cosas tan crueles de Hotaro que no se atrevía ni mencionar. 

Detuvo su andar al llegar a unas enormes puertas de roble, ya no tenía tiempo de pensar ni de inseguridades, solo tenía que pasar, decir lo que había descubierto, e irse.

Golpeó de manera suave la fina madera, para después ingresar. Sus ojos como la sangre recorrieron la gran habitación hasta detenerse en la figura de su amo. El lord se encontraba semidesnudo, solo con su hakama cubriéndolo, y en el suelo, una linda chica humana, o lo que quedaba de ella. Pudo notar una esencia espiritual en la joven, probablemente era una miko. La chica, a su parecer no tenía más de dieciséis años, su fino rostro la delataba... Se encontraba totalmente desnuda y boca arriba, con sangre y con la semilla de su amo por todos lados.

Él la había ultrajado.

- Saya, mi hermosa mujer, al fin has regresado - saludó el Lord vistiéndose.

- Así es mi amo - respondió ella agachando su cabeza en señal de respeto.

- Veo que no pudiste traer a esa fierecilla contigo, cuéntame ¿te dio mucha pelea?

- Esa miko es muy poderosa, la más fuerte que he enfrentado, Señor

- Era de esperarse... Y dime, ¿has visto a Lord Sesshomaru?

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