Abonando la ausencia

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Florencia terminaba su conversación telefónica con Laura cuando Enrique entro en su oficina para comunicarle que una mujer solicitaba hablar con la dueña.

─¿Tiene alguna queja de nuestro servicio?

─¡No lo creo! Según Cecilia es la primera vez que la viene a la tienda.

─Ok. Te cuento que Laura está un poco mejor, cree que lo que tiene es solo un resfriado.

─Seguramente algún cliente nos dejó aquí su virus y la pobre se contagió. ¿Qué le digo a la bella mujer que quiere hablar contigo?

─¡La bella mujer! ─el chico asentía suspirando─ Dile, que ya salgo a atenderla, gracias Enrique. ─Florencia se apresuró a chequear su imagen en el espejo un poco su ego había sido golpeado por las palabras de Enrique y a pesar de su belleza natural no quería sentirse menos. Caminaba rumbo al mostrador cuando sintió el aroma de un perfume exquisito penetrar su nariz y pensó sonriente está es de las que dejan señas pero jamás una buena impresión. Ya viendo de espalda a la mujer que pidió hablarle Florencia simulo no percatarse de su presencia.

─¡Cecilia! ¿Quién es la persona que desea hablar conmigo? ─Al instante fue interrumpida por una voz fuerte pero que a sus oídos sonó conocida y la hiso girarse rápidamente.

─¡Florencia Estrella! ¿No te acuerdas de mí? ¿Tan cambiada estoy?

─¡Emily Rubens! Esto sí que es una gratísima sorpresa. ─el abrazo efusivo que siguió más la alegría por el reencuentro no pasó desapercibida para ninguna de las personas que se hallaban en la floristería.

─Tan hermosa y al natural eso siempre lo he amado en ti.

─¡Gracias Emi! ¿Dónde te habías metido mujer? No dejas de ofender con tu belleza. ─ambas mujeres sonreían con cierta nostalgia.

─¡Flor! Es imposible que olvides ese episodio de mi vida. ¿Verdad?

─Porque olvidarlo si para mí es una anécdota tan increíble. Ven, vayamos a mi oficina allí podremos hablar con más libertad. Emily Rubens era poseedora de una belleza particular y hasta podría considerársele una adonis, todo en ella era perfecto, todo en ella la hacía atractiva. Un cuerpo escultural y muy bien delineado, buena estatura, una abundante cabellera color azabache que contrastaba increíblemente con sus expresivos ojos azules y su tez morena clara. Era indudable su porte de modelo por su elegancia al caminar, pero lo que más resaltaba de ella era ese espíritu angelical cuando sonreía porque proyectaba una felicidad envidiable, ese según Florencia era un aditivo a el que no todos podían resistirse al conocerla.

─Así que por fin cumpliste uno de tus sueños. Estoy feliz por ti.

─¡Sí! Hace tres años comencé y hace un año ya es mi negocio.

─¿Quién lo hubiera creído Flopy después de tanto tiempo vernos dónde estamos?

─¡Que gratos recuerdos me trae ese apodo! Yo todavía no me lo creo si te soy sincera. ¿Y dime cómo fue que me encontraste?

─Por un evento de productos de belleza al que asistí invitada por la dueña. Esa decoración no sé porque la asocie inmediatamente con aquellas conversaciones llenas de sueños que tuvimos cuando chicas, por curiosidad pregunte y aquí estoy.

─Increíble como es de pequeño el mundo. ¿Y qué estás haciendo en el país? Tenía entendido que no tenías residencia fija porque estabas viajando mucho.

─Lo hice por más de 10 años pero hace uno con mi esposa tuvimos la idea de montar una agencia de modelaje y decidimos regresar a plantar raíces en esta ciudad que me vio crecer. Kiki es holandesa y también fue modelo.

Entre Flores y CosméticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora