Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como las golondrinas del poema de Bécquer
De estación a estación, enfrente tú y yo
Va y viene el silencioDe pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñit(o)
Y me pongo a temblarY entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando
Supongo que piensas qué chic(o) más tont(o)
Y me quiero morirPero el tiempo se para y te acercas diciendo
Yo no te conozco y ya te echaba de menos
Cada mañana rechazo el directo
Y elijo este tren 🎶 **
[Continuación del capítulo 7]POV MAGNUS
—Eres un monstruillo afortunado, ¿lo sabes, mi cielo?
La voz de Alexander, el cariño que pone en cada palabra y el que brilla en su mirada llenan mi estómago de mariposas. Y él ni siquiera me está mirando a mí.
—Lo sé –lo digo sin pensar, mientras tomo su portafolio y la pañalera para ayudarlo a sentarse, pero no me arrepiento ni me retracto. ¿Qué tan grande es la locura de querer que me lo diga a mí?
"Mi cielo"
Yo estoy suspirando como un estúpido adolescente, mientras él tartamudea que no lo decía por mí. Sus mejillas adorablemente ruborizadas.
Le guiño, acariciando como por accidente –aunque claramente no lo es–
su mejilla caliente y roja antes de bajar la pañalera a mis pies y acomodar el portafolios.Siento que me estoy volviendo loco por despertarme innecesariamente temprano y tomar el metro sólo para ver a este par de ojiazules.
Max hace un sonido entre un chillido y una risa que aumenta la calidez en mi pecho. Su risita, su sonrisa y sus ojos entrecerrados por su mueca de felicidad son suficiente para sentirme mejor.
Él ya está extendiendo torpemente sus bracitos hacia mí. Acerco mis manos hacia él, las suyas pequeñas atrapan uno de mis dedos e intenta tirar de mí.
Acaricio una de sus mejillas regordetas con mi mano libre y estoy por tomarlo entre mis brazos cuando Alexander hace un sonido extraño.
—¿Puedo? –le pregunto antes de tomar a su hijo en mis brazos, recordando la primera
vez:«—¡Ni siquiera aparentas esos veintitrés! –y yo no lo había querido decir como un insulto.
Al contrario, lo admiraba porque era tan joven y ya era profesor. Y yo juraría que de los buenos. No cualquiera va repasando sus notas cada día, cada mañana mientras el resto del mundo todavía va quedándose dormido.
Y él, tan indignado, sus mejillas enrojecidas, había comenzado a defenderse, gritándome un poco sobre su capacidad para ser profesor sin importar su edad. Sólo para terminar desesperado, sus ojos azules mirándome suplicantes: —...no puedo aprender si no me dan la oportunidad y...
Y yo simplemente lo había hecho. Mi mano no había pedido permiso para apretar suavemente su brazo e ir subiendo hasta su mejilla. Y lo dije porque realmente lo creo, que él es capaz por supuesto, y el precioso rubor de sus mejillas me hacía querer frotarlas y su la curva de sus labios besarlos.
Me quedé sin aliento, sólo mirando esa sonrisa. Y no sabría decir si fue afortunado o desafortunado que Max estornudara en ese momento.
No puede haber cosa más graciosa que un bebé asustándose con su propio estornudo.
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Destiny (Malec Mpreg)
FanficTERMINADA» Todas las mañanas Alexander Lightwood y Magnus Bane se encuentran en el mismo vagón del metro. Todas las mañanas el pequeño Max, en brazos de su padre, mira al chico brillante frente a ellos. Todas las mañanas Magnus mira al pequeño ojia...