1. Tuve sexo mil veces...

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El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien.
(Milan Kundera)


Magnus, con la cabeza recostada sobre el vientre de Alec, sonrió.

Se removió un poco para mirarlo y su sonrisa se ensanchó al notar el rubor que cubría las mejillas de su hermoso novio. Acarició con una mano la cadera de Alec, el hueso afilado que asomaba sobre su pantalón de la pijama, la piel suave y pálida se erizó y Alec saltó por la sorpresa. Su rostro todavía más rojo.

Magnus se apiadó de él. Su sonrisa se fue, porque él no planeaba que esto fuera así. Se sentó en la cama. Sus ojos se encontraron con los muy abiertos de Alec. Pero lo detuvo, con una mano sobre su pecho, cuando éste intentó levantarse también. El corazón de Alec estaba muy acelerado.

Magnus sonrió de nuevo en un intento por tranquilizarlo, pero cuando negó Alec sintió su pánico crecer. Ambos sabían, cuando pidieron a Catarina y Etta cuidar a Max, qué es lo que iba a suceder entre ellos estando solos en casa.

No eran unos niños. Llevaban ya meses de conocerse y unos cuantos de novios, pero nunca habían estado juntos. Y la verdad era que –quizá era extraño y muchos se avergonzarían– Alec era virgen; y no era algo que pudiera confesar porque tenía un hijo que todos creían creció en su vientre. Ese que hace sólo unos minutos Magnus besó con ternura mientras, sin presionarlo o decir nada sobre cómo ya habían pasado horas sin que hicieran nada, simplemente se recostaban y miraban la televisión.

Quería vivirlo con Magnus –hacer el amor–, pero tenía miedo, estaba nervioso y se sentía tonto. ¿Quién llega virgen a su edad? ¿Y si hacía algo que no le gustara? ¿Y si él no funcionaba para esto? ¿Y si no eran compatibles en la cama y Magnus se decepcionaba?

No quería arruinar una de las mejores cosas de su vida –la mejor, sólo después de Max–.

—Voy a llamar a Cat para avisarle que iremos antes por Max —Magnus prefirió no mencionar nada al respecto, para que no se sintiera presionado.

Pero Alec sintió su pecho apretarse con miedo. Lo estaba perdiendo si lo dejaba ir... Sólo tenía que explicarle...

Y entonces Magnus se agachó hacia él antes de salir de la cama y lo besó. En la frente.

No. Alec casi gimió, se congeló por un momento. Magnus ya estaba por salir de la habitación cuando Alec saltó de la cama hacia él. Sus cuerpos se estrellaron y Magnus chocó contra la puerta.

Alec entró en pánico, disculpándose varias veces con palabras entrecortadas. Pero Magnus ya se estaba riendo. Detuvo sus manos, que se movían nerviosas, con una de las suyas y con la otra paró su parloteo. Alec lo miró, aquellos ojos azules eran un torbellino de emociones; besó sus dedos con una ternura que sorprendió a Magnus.

Magnus sonrió ante el suave roce contra sus dedos y tomó a Alec para acercarlo y juntar sus labios en un beso. Comenzó tierno, un simple encuentro fugaz, sólo para calmarlo; pero Alec se aferró a él con ansias, con hambre, con desespero.

Magnus gimió cuando su espalda chocó contra la puerta. En circunstancias muy diferentes a las de hace unos momentos que lo tenían muerto de risa. Reír era lo último en sus pensamientos mientras sus manos iban a las caderas de Alec, pegándolos un poco más.

Se congeló cuando lo notó. Había sido instintivo, no quería presionarlo. Pero Alec, acercándose a su cuello, tomó sus manos y las regreso a su cuerpo. “No me dejes” susurró, besándolo, acurrucándose contra él, “no me sueltes”.

Magnus sintió un escalofrío recorrer su columna mientras Alec mordisqueaba tímidamente un lado de su cuello, sus dientes rasgando con ternura. No quitó sus manos de aquellas tentadoras caderas, pero tampoco lo acercó ni buscó más.

Finalmente, al notarlo, Alec suspiró y se alejó con la mirada gacha. Lo había arruinado.

Magnus tomó su barbilla, cuando ya regresaba a la cama, y lo hizo mirarlo. Su corazón dolió cuando vio los ojos de Alec con lágrimas apenas contenidas. Sus labios se fruncieron en un puchero antes de que murmurara un “Lo siento”.

—No, cariño —Magnus se apresuró a aclararlo, lo empujó a la cama, besó sus labios fruncidos—, no tienes que disculparte. Fue mi error. No era así, no era el momento. Debí buscar algo diferente, preparar algo lindo para ti y no sólo buscarnos un momento a solas. Es más, ni siquiera debí planear nada sin antes preguntarte si tú...

—¡Pero es que sí quiero! —Alec lloró desesperado, cubriendo su rostro. Pensó, no por primera vez desde que estaban juntos, en confesarle todo: que Max lo era su hijo biológico, la promesa a Ella, lo difícil que había sido este último año como padre soltero, que nunca había estado enamorado ni mucho menos embarazado...

Pero no podía.

Magnus no supo que decir. Así que sólo se sentó a su lado y lo llevó a sus brazos. Se habían besado antes, por supuesto. Abrazado infinidad de veces. Tomado de las manos. Incluso dormido juntos. Muchas veces las cosas parecían a punto de salirse de control. Pero, hasta ahora, no habían intentado nada realmente. Y él podía esperar, no le importaba hacerlo. No era un santo ni mucho menos, había un largo historial en su lista de conquistas y de compañeros de cama; pero Alec era el definitivo, el único. Lo sentía. Así que no le importaba esperar a que estuviera listo.

—Sí quiero —explicó Alec, cuando se calmó un poco. ¡Qué manera de arruinar todo poniéndose a llorar! Debía verse horrible y Magnus ya no debía tener ninguna una pizca de deseo por él—. Sólo estoy...nervioso. Sé que debe parecer una tontería porque tengo a Max y todo eso, pero...

—No es una tontería, cariño —Magnus lo hizo mirarlo de nuevo y con sus manos, con ternura, limpió sus lágrimas y besó con una sonrisa la nariz enrojecida de Alec, éste hizo un puchero—. Siempre es diferente cada ocasión, con cada persona, todas las primeras veces.

Alec frunció los labios. Molesto. Él nunca había tenido una primera vez y no quería pensar en las –probablemente muchas– de Magnus.

Magnus besó ese puchero. Tomó una de las manos de Alec y las llevó a su pecho. —Sobre todo, si es la primera vez con la persona indicada. La primera de todas las veces que sentirás lo que realmente es hacer el amor. También estoy nervioso, Alexander, tengo miedo de no ser suficiente...

—Magnus, eres...

—Sshh. Tengo miedo de no saber hacerte el amor, porque nunca lo he hecho. Y por eso mismo, podemos esperar. Sabremos cuando sea el momento indicado —lo abrazó de nuevo.

Y se quedaron así varios minutos. Magnus estaba por preguntar si volvían a ver la televisión o iban ya por Max –ya extrañaba a su Monstruo–, cuando Alec habló:

—Yo lo sé. Ahora. Es ahora. Quiero vencer mis miedos contigo, Magnus.

Magnus lo miró largo rato, como si buscara algo en su rostro: una señal de que lo decía sin sentirlo, obligado, sólo para cumplir lo que sentía que debía hacer. Cuando no encontró nada de eso, sonrió. La sonrisa más hermosa que había visto Alec.

—Quiero hacerte el amor, Alexander Lightwood.

Alec mordió sus labios y apartó la mirada. Después, ruborizado pero valiente, lo miró de nuevo. Él no dijo “También quiero que me hagas el amor”, Alec dijo: —También quiero hacerte el amor, Magnus Bane.

Y lo hicieron. Ambos. Se amaron ambos.








* * *

Empezando esta segunda parte 🙆, ¿alguien estaba esperando?

Antes de que empiecen con cosas, sí incluiré la escena, pero será algo cursi y bonito acorde a la historia, no esperen algo muy hard ni empiecen con comentarios feos 😞

Espero mañana poder subir esa escena ❤

Destiny (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora