4. La boca del infierno

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ADVERTENCIA: abuso y violencia, aunque no es explícito.


* * *


Alec miró detrás de su hombro por lo que tenía que ser una enésima vez. El nudo en su estómago retorciéndose un poco más y sus manos temblando sin razón.

No sabía qué le sucedía. Estaba demasiado emocional, todo sintiéndose a flor de piel. Demasiado intenso.

Pero también había algo más. Un aliento frío –metafóricamente hablando, claro– soplando en su nuca. Desde hace días, pero hoy era ya insoportable. Incluso se sentía observado, lo que era ya completamente ridículo.

Sintió el peso insoportable de su móvil en el bolsillo del pantalón. Llevaba todo el día muriéndose por llamar a Magnus...lo necesitaba como nunca creyó necesitar nada o a nadie. Pero era terco y se resistió porque no quería molestarlo. “Y falta poco para volver a vernos” se dijo en cada ocasión que miró el reloj y las manecillas se burlaban con su avance lento.

Estaba por rendirse, mientras caminaba por una callecita lateral al Instituto, que nunca antes se sintió tan solitaria y fría. ¿Era su imaginación o estaba oscureciendo temprano?

Todo se sentía tan mal. Y creyó poder respirar por fin cuando tomó el móvil en su mano y estaba por sacarlo y marcar –quizá Magnus podría venir por él, no tardaría mucho o incluso podían verse en la mitad del camino–, cuando alguien cuyo rostro no vio chocó con él. Golpeó su costado y sintió un pinchazo extraño. Se llevó la mano al brazo y se sintió tambalear mientras unas manos frías, igual que esa voz que parecia extranjera –¿ruso, quizá?–, lo sostuvieron.

Quiso decirle que no había problema, que estaba bien, que lo soltara, pero su lengua se sentía enorme y nada salió. Quería también apartarse porque su toque se sentía sucio, o mirar su rostro pero nunca pudo alzar ni siquiera su mirada.

Entre aquellas palabras de un idioma para él desconocido pudo identificar un nombre, Michael, y sólo tuvo tiempo para agradecer que ni Max ni Magnus estuvieran aquí antes de que la oscuridad lo envolviera. Era por eso que debía estar solo, el castigo sería sólo para él.

En aquellos escasos momentos que la niebla en su mente embotada y su cuerpo entumecido se alejó, pudo sentir manos bruscas tirando de sus caderas y clavándose con fuerza mientras tiraban sin miramientos de su pantalón y su ropa interior.

Y dolió tanto el primer golpe de aquel cuerpo contra el suyo, como el último. El aliento alcohólico y frío en su oído con cada gruñido que ninguna droga pudo apartar cuando con horror se dio cuenta de lo que sucedía pero no pudo hacer nada para evitarlo.

Uno tras otro lo tomaron.

Y, drogado o sedado, siguió sintiéndose sucio y adolorido...hasta los huesos, hasta el alma, hasta el corazón. Mientras los fluidos sucios de aquellos hombres –a los que no les debía nada– escurrían dentro de él, sintió también las lágrimas incontrolables.

¿Por qué estaba pasándole esto a él?

¿Qué pagaba tan cruelmente?

¿Y cómo seguiría siendo digno de Max y de Magnus después de esto?

* * *


Todavía con la ropa descompuesta, el cuerpo de un Alec que se estremecía sin control y sollozaba los gritos que no podía soltar fue depositado cerca del mismo callejón donde lo tomaron.

Hubo tres palabras en un español forzado y entrecortado que sólo demostraron que el infierno apenas comenzaba: “No un adiós”.







* * *

Lo siento 😭😭

Destiny (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora