49. Ella Maxwell

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Alec tenía veintidós años cuando la Universidad de Pedagogía, en la que estudiaba su último año de carrera, le ofreció un intercambio a Francia.

Sería un año lejos de su familia, un año lejos de todo lo que conocía, un año rodeado de personas extrañas y un idioma que él no podía pronunciar bien...pero era una buena opción para conocer lugares nuevos, salir de su zona de confort y además venía con un paquete de titulación: Alec escribiría un proyecto sobre dicha experiencia y podría titularse con él. Así que, por supuesto, aceptó.

Fue duró despedirse de su familia, aunque también se sintió un poco liberador pues sabía que ellos se avergonzaban de su condición –el hecho de que su cuerpo fuera diferente, que a pesar de ser varón pudiera embarazarse– y por supuesto nunca aceptarían su orientación. Así que fue también un soplo de libertad.

Durante el vuelo, Alec no dejaba de preguntarse si quizá tendría la suerte de conocer a alguien que cambiara su vida para siempre...

Evidentemente él pensaba en el amor –amor romántico, de pareja, enamorarse por primera vez– y no en la bonita chica que se cruzaría en su camino apenas bajara del avión. También fue amor, pero no del tipo que esperaba.

Sus manos estaban sudando, y era tan asqueroso, que su maleta se soltó y cayó al piso. El zumbido de varios idiomas sonaba sobre su cabeza, volviéndolo un poquito loco. Cerró los ojos un momento y se llevó las manos a las sienes, respiró profundamente un par de veces. “Está bien, esta bien; tú puedes hacerlo. No tengas un ataque de pánico ahora, Alec”.

No vio por supuesto a la bonita chica que venía directamente hacia él, con aspecto preocupado. Ni cuando ella, con una mano ya extendida y a punto de decir algo, tropezó con la maleta que no vio.

Los ojos de Alec se abrieron con sorpresa y fue rápidamente a ayudarla, disculpándose varias veces. Ella dijo algo, en lo que parecía inglés. Ambos, ella y Alec, retiraron el largo cabello negro de su rostro; un bonito rostro de barbilla afilada, piel pálida y unos enormes ojos azules que eran sólo un poco más oscuros que los de Alec quedaron a la vista. Se miraron e intentaron –sólo intentaron porque ninguno lo logró– decir algo en francés, terminaron riendo mientras Alec la ayudaba a ponerse de pie y juntos movían la maleta.

Resultó que ella también venía al intercambio –desde Inglaterra, por eso el inglés–, pero había llegado desde el día anterior y hoy venía sólo a buscar sus maletas porque se habían perdido.

—Ella —se presentó, pronunciándolo ‘Ela’,
y extendió su mano hacia Alec.

—Alec —él la aceptó y la apretó con firmeza. Hubo algo en el ambiente cuando se miraron; no era amor, no ese amor que Alec esperaba, pero definitivamente era algo. Y ella también debió sentirlo porque le dijo “Creo que el destino nos ha traído a ambos aquí por un razón, Alec”.

* * *

Ni siquiera un mes después, un chico visitó a Ella. Se lo presentó a Alec como Michael, era su novio y venía de Inglaterra también; tenía un tatuaje en el hombro que Alec no entendió en ese momento, pero sí cuando apareció en las noticias.

“Un hombre, de procedencia inglesa, muerto en un enfrentamiento entre mafias”.


Eran aparentemente rusos los hombres que lo mataron.

Ella no parecía sorprendida por la razón, pero sí deshecha por su pérdida. —Yo lo sabía, siempre se lo dije, que era peligroso —le dijo a Alec entre lágrimas, mientras se aferraba a él con fuerzas; no podía ni siquiera ir a reclamar el cuerpo porque terminaría igual que él—. Nos conocíamos desde niños, Alec, crecimos juntos. Lo amaba, lo amo —ella lloró—, lo amo todavía...

Destiny (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora