7: A pesar de todo

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«Vas a estar bien»

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«Vas a estar bien».

Fue lo que Jane le aseguró después de soltarla en la puerta del consultorio.

Esa mañana se resumió en una sesión terapéutica demasiado pesada, aunque liberadora. Emma acudió al consultorio con más síntomas que palabras. El bendito pecho comprimido; era la sensación más común, pero menos desagradable, que experimentaba en momentos de estrés. Salió de la cama con ese síntoma y no desapareció hasta que logró soltar cada una de sus emociones frente a Jane.

«No sé porqué acepté».

«No tuve que haber aceptado».

Entre otros pensamientos.

Las nubes grises de Emma se dividían en dos. Una estaba relacionada con su pobre autoestima; asumía que no pertenecía a las oficinas de Avant-Garde. ¿Qué iba a decir toda esa gente cuando se encontrara con la novia del hijo de Theresa? ¿Tan fea y poca cosa? La segunda nube tormentosa tenía que ver con sus pobres habilidades sociales. ¿Qué iba a decir después de saludar a Theresa? No sabía cómo iniciar una conversación, y a veces tampoco sabía cómo seguirlas porque temía decir algo incorrecto, sentía a su lengua trabarse o enredarse, era una escena triste de presenciar. En síntesis, era una bola de inseguridad que creía no estar preparada para dar un paso tan gigantesco.

Pero Jane la convenció, como siempre. Le hizo entender que casi nunca nos sentimos preparados para un evento de gran magnitud en importancia, que casi siempre tememos un montón de imaginarios, la mayoría de las veces demasiado imaginarios, pero que la valentía se mide en cuántas veces realizamos acciones con un temor sobrado, y no por realizarlas sin temor.

Camino a las oficinas de Avant-Garde, Emma pensó que convencerse de que Theresa era tan buena persona como Colin era la mejor opción, mas en seguida se saboteó pensando en que Bradley era uno de los peores seres humanos que había conocido y que también era progenitor de Colin. Sin embargo, recordó todas las veces en las que Colin le había dicho que todo lo bueno de él estaba relacionado con su madre, ciertamente también con su abuela, mas no hablaba mucho de la segunda.

Con las manos sudorosas y el corazón trastornado con palpitaciones anormales, descendió del coche blindado frente a una torre de cuarenta pisos que era hogar de Avant-Garde. El chofer cerró la puerta y se aseguró de acompañarla hasta la entrada; ahí, Emma lo miró, como queriendo decirle, de forma inconsciente: «Quiero desaparecer, Howie».

—Tu padre pasará a buscarte con otro chofer en cuarenta minutos. —Howie era un buen empleado, sabía cuándo Emma estaba colapsando mentalmente, mas regía la regla de no meterse en la vida de ningún miembro de la familia.

—De acuerdo —asintió.

Silencio de tres segundos.

¿Hola?

—Que tengas una excelente tarde, Emma.

En una interpretación jocosa de la escena, Emma hubiese abrazado la pierna de Howie para que no la dejara en el vestíbulo de una torre tan inmensa, con personas que iban y venían, recepcionistas, y guardias de seguridad con caras de amargados.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora