29: Un Miller más

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Emma tumbó las piezas desde el tablero hasta la cama, luego lo miró a la cara

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Emma tumbó las piezas desde el tablero hasta la cama, luego lo miró a la cara.

—Quería mostrarte tus errores —habló Colin.

—Ya me aburrí —tocó sus piernas cruzadas encima de la cama, deslizó sus manos por el jogger fucsia hasta sus calcetines blancos, y curvó su espalda hasta que su frente tocó el tablero.

Colin giró su cabeza para mirar a través del ventanal de su alcoba. El sol de la tarde seguía arriba, aún quedaban dos horas antes de la puesta, dos horas antes que sus padres regresaran a casa.

—¿Qué tal si me pongo un pantalón y salimos a quitarte el aburrimiento? —la observó.

—No se me ocurre nada —contestó desde la misma posición.

—Pues, a mí tampoco. —Se puso de pie para ponerse el vaquero negro que agarró de una silla—. Hagamos algo de entre las cosas que tanto te gustan, lo que sea.

—¿Dormir? —se irguió para verlo.

Él soltó una carcajada y se agachó para recoger unas deportivas blancas.

—Vámonos —le pasó los zapatos.

Emma los tomó y dio un suspiro. Se colocó las deportivas mientras Colin terminaba de abrocharse.

Hasta el momento había sido un día transcurrido en casi un mismo escenario. Emma despertó demasiado tarde, y le dio una rabieta cuando descubrió que su papá no estaba. ¿Que no se suponía que iban a hablar sobre el maldito asunto? No más lágrimas. Estaba furiosa por haber gastado tanta energía sufriendo mientras que a su padre no le importaba ser claro con ellos. Así que tomó su bolso y pasó el día en la recámara de Colin.

—¿Vas a conducir? —Emma señaló la llave que sobresalía del bolsillo delantero de Colin. Se encontraban bajando por el ascensor hasta el estacionamiento del subsuelo.

—Los choferes están con mis hermanos —comentó.

—No quiero escucharte maldecir al volante. Podemos pedir un auto —sugirió.

Colin rio, mirando sus zapatos.

—Te prometo que no voy a maldecir en voz alta. —Se agachó a rodearla con sus brazos, le dio un beso sonoro en la cien—. ¿Qué quiere hacer mi nena linda? Podríamos, no sé... A ti te gusta bailar, pintar, dibujar, cantar, patinar.

—Patinar —repitió.

—¿Quieres eso? —la soltó con ganas de verla.

—No —acomodó su cabello detrás de sus orejas.

—Lo repetiste por algo. Hagamos eso. Nunca patinamos juntos —sacó su celular de su bolsillo trasero, y se lo entregó cuando la compuerta se abrió—. Busca una pista. Sé de una que a mis hermanas les gusta, queda en Brooklyn. No recuerdo el nombre. Búscala —desbloqueó las puertas de la camioneta.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora