53: Niño herido

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La habitación de Emma estaba abierta, y Gael entró, después de tocar la puerta

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La habitación de Emma estaba abierta, y Gael entró, después de tocar la puerta.

—Papá comenzó a preparar la cena, Emmy. Ven.

Emma se encontraba guardando su ropa en su maleta. Mandó su cabello húmedo tras sus orejas. Ella se había bañado temprano, recién eran las cinco, los demás aún estaban en trajes de baño, con rastros de arena y sal. El día anterior la había dejado sin ánimos. Dejó de llorar en la enmarcación, no quería nublar aún más la excursión, pero siguió haciéndolo en el largo camino de regreso a la villa. No podía apartar de su mente el audio que no había terminado de escuchar.

«Hola... Eh, curiosamente tú estás en Hawái, mientras yo estoy en Jamaica...».

Curiosamente estaban separados por miles de kilómetros cuando debían estar juntos en su nuevo departamento. No dejaba de pensar en cómo podía seguir aquel audio. Pero, cielos, al final no importaba el contenido, solo importaba que la estaba buscando. En medio de su inmenso dolor, podía sonreír cuando pensaba en que Colin, su Colin, deseaba ordenar el desorden. Iban a volver a ser uno solo, ¿cierto? Porque debía haber una explicación, por eso le escribió, por eso trató de llamarla. La amaba. ¡Sí! ¡La amaba fuerte! Iba a buscarla cuando regresaran a Nueva York. Iba a tocar su puerta con un gigantesco ramo de girasoles.

Levantó un vestido frente a ella, y volteó a mirar a Gael. Entonces, recordó la conversación que había leído por entrometida. Por instantes la recordaba, era complicado no hacerlo, principalmente cuando Gael le hablaba a Gillou, que era en todo momento. Oyeron desde afuera cómo su papá gritó para todos que iba a preparar la mejor barbacoa. Seguidamente, Emma soltó el vestido, caminó directo hacia la puerta, y la cerró con tranca, pero Gael no vio rareza en esa acción, últimamente hablaban mucho, a escondidas, sobre Colin, porque ella sabía que ni su papá ni Gillou podían escuchar ese nombre sin ponerse rabiosos.

—Emma, no sé si seguir hablando de lo mismo te haga bien.

Emma lo agarró del brazo, obligándolo a sentarse en la cama con ella.

—Dion puede irse al carajo —soltó.

Gael se incomodó inmediatamente. Comenzó a sudar a pesar de haber estado en la piscina hace minutos. Entendió la situación a la que se estaba enfrentando. Emma leyó la conversación que tuvo con su amiga Dion, pero no le importaba saber cómo pudo haber llegado hasta ahí, el problema trascendía ese hecho. Estaba apenado, y se sentía estúpido, en un espejo se reflejaría perfectamente su cara de estúpido. Fue entonces que Emma lo abrazó. Lo abrazó con todas sus fuerzas, con todo su amor, como si quisiera unir las partes rotas, las partes dañadas, las partes incomprendidas hasta por él mismo. Los ojos de Gael se llenaron de lágrimas de amor, de vergüenza, de dolor, mientras la abrazaba también. No lograba asimilar lo que estaba pasando, apenas podía ser consciente de que Emma lo quería a su lado.

—Me dirás que no tengo idea de nada —Emma lo agarró de la cara con sus dos manos, se miraron de esa manera—, y probablemente tienes razón. Jamás sabré lo que se siente estar en tus zapatos, todo lo que has vivido en el pasado mientras tu familia tiene esta vida, todo lo que vives a diario, pero sé lo que se siente pensar que no encajas, Gael, por cosas superficiales como mi estatura, mi peso, y mi introversión.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora