58: ¡Traicionera!

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En las últimas dos semanas había desconfigurado su cerebro

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En las últimas dos semanas había desconfigurado su cerebro. Dormía durante la tarde y pasaba casi toda la noche en vela. No lo hacía a propósito. Una vez simplemente sucedió, y pronto se acostumbró. Llevaba cuatro días en el hotel. Cuatro días durmiendo, tres noches dando pasos por alrededor del cuarto. Sentía dolor en todo su cuerpo, ni siquiera había pasado una semana de la paliza, y cada día le dolía un poco más. Caminaba por la habitación para evitar que el dolor de los golpes se mezclara con un dolor por inmovilidad, aunque, si fuera por él, pasaría 24/7 en esa cama. En algún momento de la tarde se había quedado dormido, y despertó a las siete, alrededor de sus dos amigos.

Visualizó la situación antes de moverse de su posición fetal bajo las sábanas blancas. Alan se encontraba mirando su celular en un sofá de al lado, hasta parecía que lo estaba cuidando, lo vería de esa manera, pero, vamos, se trataba de Alan, ni siquiera se cuidaba a sí mismo, y hace poco se volvió adicto al Candy Crush. Tuvo que moverse para ver a Eugene, quien estaba sentado a los pies de su cama, también estaba con su celular. Él lo estaba cuidando, lo sabía, y no sentía pena al admitir que le gustaba que alguien lo cuidara, bueno, lo admitía en su interior, pero prefería callarlo. Tampoco sabía la razón. ¿Todavía tenía razones para avergonzarse frente a su mejor amigo? Si la noche después del alta tuvo que llamar a su habitación porque no podía levantarse para irse al baño solo.

—¿Cómo entraron? —les preguntó sin destaparse.

Eugene bajó su celular y le dio unos golpecitos cariñosos en su pantorrilla.

—Digamos que Al es medio psicópata.

—¿Medio? —habló con la voz ronca.

—Convenció a una mucama de que abriera tu puerta después de que me negara a mí —explicó.

—Eugene —dijo Alan. Su celular exclamó tasty después de que subiera el volumen. Se arrimó al borde de su asiento para mirarlo—, jamás consigues nada siendo honesto.

—¿Qué le dijiste a esa mujer, Al? —Colin siguió hablándoles desde su misma posición. Necesitaba un momento de preparación para sentarse porque le dolía. No tenía idea de qué hora era, de cuántas horas durmió, pero estaba casi seguro de que era tiempo de tomar su medicina.

—Le dije lo primero que se le ocurriría a cualquiera, a cualquiera que no tuviera el cerebro de trufa de Eugene. Que no sabíamos nada de nuestro amigo inválido y que temíamos que te hayas resbalado en la ducha, dah —se levantó a buscar una Coca-Cola del mini refri.

—También le dijo que tienes esquizofrenia —agregó Eugene.

—Y le creyó. —Colin se acostó boca arriba y poco a poco comenzó a sentarse, soltando quejidos.

—Hasta le tembló la mano al meter la tarjeta. Ja —recordó Alan, luego de darle un sorbo a su lata.

—Nos preocupaste, perro —dijo Eugene.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora