8: La pesadilla de Jakey

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Una enorme nube se hallaba encima de la torre Golden Hill; cargaba consigo relámpagos y aparentaba trasladar más agua de la que habían pronosticado a última hora

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Una enorme nube se hallaba encima de la torre Golden Hill; cargaba consigo relámpagos y aparentaba trasladar más agua de la que habían pronosticado a última hora. Colin terminó de fumar un cigarrillo en su cuarto de baño a las 10:30 p.m., cerró la ducha que echaba agua caliente y se deshizo de la colilla en el retrete, cepilló sus dientes, en medio del vapor que se expandió desde la ducha, y terminó de alistarse.

Eran uno de esos momentos en los que su ansiedad se expresaba en mal humor; estaba nervioso por salir a solas con el hombre con el que ningún escudo funcionaba. Presentía que esa noche iba a terminar con más fallos que aciertos, porque el deseo de su suegro de mirar el partido con él no era más que una excusa para tenerlo a solas e intimidarlo cuanto podía, era evidente, si el partido se disputaría a la medianoche en horario neoyorquino, y su suegro era la clase de adulto de mediana edad que se quedaba dormido a las 11:00 p.m. frente al canal de compras.

Salió de su recámara, y lamentablemente halló a sus padres en la sala.

No era común que miraran una película a solas.

Ah, sí... Era viernes, y a veces adelantaban el fin de semana para los dos.

—Cole, ven a mirarla con nosotros —pidió Theresa.

Aún estaba buscando la manera de unir a Bradley y a Colin. Con respecto al enfado del segundo hacia ella, se le pasó esa mañana, porque no le gustaba estar tanto tiempo molesto con las personas que amaba; siempre se le terminaba pasando. Él solía decir que era débil; en cambio, Emma, le decía que era «Un peluche intolerante al rencor», pero la verdad es que todo se resumía en sus creencias religiosas, y también a ciertas teorías psicológicas, porque el rencor siempre destruye, nunca construye.

Cabe resaltar que, en el transcurso de la mañana, le había llegado un Mercedes Benz EQC blanco a la puerta de la torre, llegó de parte de su madre, por haberse graduado, y, aunque el enfado se había ido antes de que llegara el Mercedes, se dio cuenta, una vez más, que Theresa realmente intentaba hacer las cosas bien, aunque fuera por la vía material, el detalle fue lo que contó para el corazón de él.

—Lo siento. Tengo que salir —respondió.

Bradley arrugó la frente, girando a verlo desde el sofá.

—¿No tienes que estudiar con Mer? —preguntó. Era la primera vez que le dirigía la palabra desde el lunes, pero no se ilusionen tanto, la razón era estricta—. Prometiste ayudarla en cada uno de sus exámenes. Es viernes, mañana no necesita despertar tan temprano, pueden estudiar hasta las doce.

Colin se agarró de su hombro derecho con su mano izquierda, y usó su mano libre para tocar su reloj.

El problema con su padre era que se necesitaba medir las palabras antes de responderle, y, a la vez, no se tenía mucho tiempo para pensar en las palabras correctas.

—Lo siento. Tampoco planeé esto; fue mi suegro quien me invitó —contestó.

—¿Saldrán solos? —preguntó Theresa.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora