51: Jamaica

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—Buenos días, bella durmiente

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—Buenos días, bella durmiente. —Alan saludó cuando Colin atravesó la sala en dirección al baño.

Era más del mediodía. Era más buenas tardes que buenos días.

Los tres se encontraban sentados en la sala, y siguieron a Colin con sus miradas.

—Cole, te esperaremos para almorzar —le avisó Jordan desde el sofá.

Colin no contestó, pero el ruido que provocó al trancar la puerta del baño se oyó como un verdadero «Déjenme en paz. Maldita sea». Jordan atrajo a sus amigos, moviendo sus manos, como el capitán de un equipo de fútbol reuniendo a sus compañeros. Los otros no supieron por qué lo obedecieron tan rápido. No simpatizaban con Jordan el líder mandón, sin embargo, a continuación, los tres se reunieron en un triángulo; sentados, con caras de estrés, miedo, y preocupación.

—Tenemos que sacarlo de su cueva. ¿Sugerencias?

Alan alzó su mano, diciendo:

—Podemos intentar hablar con Emma. También somos sus amigos, ¿no?

—Pésima sugerencia. ¿Eugene? —miró a éste.

Eugene se quedó callado. No quería participar porque todo lo que venía de Jordan venía con doble intención. Por el momento ni siquiera sabían por qué Emma había terminado con Colin. Pero si tuviera la obligación de sugerir algo, sugeriría encontrar la manera de hacer que Colin se abriera, porque la forma en la que escondía sus emociones era desesperante para ellos y dañino para él. Jordan dejó de mirarlo, no le dio importancia a lo que sabía que Eugene estaba pensando sobre él.

—Mi sugerencia es que también lo saquemos de la ciudad. Vámonos a Jamaica.

—¡Sí, jefe! —apoyó Alan. Eugene puso sus ojos en blanco. Entonces, después de tres segundos, viéndose en Jamaica, fumando buena hierba, Alan regresó a la realidad, a su realidad—. Pero ¿y el dinero?

—Colin tiene dinero —le recordó, como si ya todo hubiese sido meticulosamente planeado por su brillante cerebro—. Los ahorros de su vida. ¿Te suena?

—No —se metió Eugene, explotando la burbuja de ilusión de Alan, siendo la lluvia en el día soleado de Jordan—. Escucharon a Colin. Destinó los ahorros de su vida para algo más importante.

En casi un año, Colin había madurado lo suficiente para pensar en el Ferrari, que deseaba desde su infancia, como algo estúpido e innecesario, ahora ni siquiera se imaginaba usando un deportivo, nunca se imaginó realmente, al menos no desde que tenía dieciséis.

—Algo más importante. —Jordan bufó entre burla.

—Él no es como nosotros. Él piensa en su futuro —contestó.

—Un futuro que no tendrá si se hunde, Eugene. Quiere comprarse una casa en Boston para él y... ¿y para quién? Ahora mismo no existe su grandioso futuro en la ciudad a la que tanto desea mudarse. No existe en la universidad de sus sueños. Ahora mismo no existe su hermosa esposa ni su familia ejemplar. Y nada de eso existirá si dejamos que se deprima. ¿Me estás diciendo que no está a un paso de deprimirse? Jamás lo hemos visto actuar de esta manera, ni siquiera tú, Eugene.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora