39: Raramente llena

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Emma bailó hasta el horno, de donde sacó una bandeja con galletas de chipas de chocolate recién horneadas

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Emma bailó hasta el horno, de donde sacó una bandeja con galletas de chipas de chocolate recién horneadas. Las sopló, de fondo oyó el timbre del ascensor y sonrió. Comenzó a vaciar las galletas dentro de un tazón blanco. Entonces, a su espalda, sintió que alguien se había parado bajo el umbral de la cocina.

—¡A nadie más le he horneado galletas de manera exclusiva! —sonrió enorme. Se sacó el guante de cocina y giró. No era a quien esperaba. Se ruborizó, estrujando el guante entre sus manos—. Hola, Gael.

Gael abrazó una computadora portátil que traía consigo. Ella tampoco era a quien esperaba hallar.

—Hola..., Emma. J.J. me prestó su computadora el otro día, y necesitaba devolvérsela ya.

—Déjala donde quieras —regresó a sus galletas. Agarró una última para colocarla con el resto y se quemó. Apurarse nunca es de sabios. Soltó una maldición y miró el techo con frustración.

—¿Necesitas una mano? —Gael dio un paso. Tenía miedo de que Emma le prendiera fuego en el horno. Emma le provocaba pavor. Siempre supo que era un cobarde, pero no sabía qué tanto podía llegar a ser. A la mierda. Su madre le había dicho bien que pocas personas logran agradar a otras sin hacer nada. Dejó la computadora sobre la mesada y se acercó a Emma.

Emma se sintió invadida cuando lo notó a su lado. Agarró la bandeja con el guante y se alejó para llevarla al fregadero. La bandeja caliente hizo un sonido ardiente al contacto con el resto del agua. Ahora Gael podía ver que no necesitaba ayuda, podía irse. Cerró sus ojos con presión cuando recordó la charla, que no debió haber escuchado, de su padre al teléfono.

—Gael es un muchacho fenomenal. J.J. ya lo adora. Emma no cede. Gael ahora es parte de nuestras vidas, quiera o no, lo único que espero de parte de ella es que no siga odiándolo hasta en mi lecho de muerte. Por una vez quiero que haga por mí lo que yo hago constantemente con ella. ¿Que qué hago por ella? ¡Elizabeth! ¡Su amiga debe ser traficante y tengo que aceptarla solo para que sea feliz!

Emma suspiró, regresando al presente.

—No necesito ayuda. Ya terminé con esto.

El timbre del ascensor sonó otra vez. Ambos giraron hacia la puerta. Gillou asomó su cabeza como un espía y sonrió cuando descubrió a Emma, quien inmediatamente fue a abrazarlo en medio de la cocina.

—¡Horneé galletas exclusivamente para nosotros dos! —Lo soltó, pero al instante le dio otro abrazo corto, como si el largo no hubiese sido suficiente—. Soy la mejor futura hermanastra del mundo. Seguí un tutorial en YouTube, al principio todo salió mal, pero al final todo salió bien. Todavía no las probé, pero huelen riquísimo, como a casa de anciana cariñosa.

—¡Eres la mejor del mundo! —Ignoró que estaba de dieta o que vivía a dieta. Entonces, se percató de la presencia de Gael. Había escuchado hablar demasiado sobre él, pero nunca antes lo había visto en persona. Lo inspeccionó sin timidez—. Soy Gillou. Tu futuro hermanastro.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora