50: El mundo real

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Eugene se detuvo en la sala, donde Heidi estaba mirando una película en la televisión curva

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Eugene se detuvo en la sala, donde Heidi estaba mirando una película en la televisión curva.

—Ey, hola, Heidi —se acercó con una mano sobre su pecho. La jovencita se ruborizó, ya sabía de quién se trataba, por fotos—. Me llamo Eugene. Soy el amigo de Colin. ¿Sabes si él está?

Heidi pausó la película con sus sudorosas manos.

—Sí, está.

—Entonces..., ¿puedo pasar a verlo?

—Sí, sí.

Eugene le sonrió como le sonreiría a una hermana menor y caminó. Colin aún no le respondía las llamadas ni los mensajes, pero esta vez Eugene estaba dispuesto a obtener una respuesta cara a cara.

—Mi mamá cree que Emma lo terminó. —Heidi habló antes de que se marchara de la sala.

Eugene se detuvo de topetón. Abrió sus ojos de par en par. ¿Cómo carajos no se le había ocurrido? Por el amor del Dios que Colin adoraba. Tenía absoluto sentido y a la vez no. Era miércoles, tres de la tarde, debían volar a Los Ángeles para comenzar un nuevo capítulo en sus vidas, y ambos estaban desaparecidos. Ahora sabía que Colin seguía encerrado en su recámara mientras Emma tenía su celular apagado. No tenía sentido. No hallaba un motivo por el cual pudieron haber tomado esa decisión en un momento así. Ambos se amaban de una manera fantástica, medio irreal, demasiado perfecta. ¿Por qué acabarían con su historia antes de iniciarla? Joder, no. Debían arreglar ese desastre. Aún estaban a tiempo de hablarlo, aún estaban a tiempo de tomar ese avión a Los Ángeles.

—Di, ¿con quién hablas, princesa? —Shizu apareció en la sala, topándose con la cara preocupada de Eugene, también lo reconoció, por fotos, pero en las fotos no lucía esa expresión—. Eres amigo de Cole.

—Sí. Hola. Necesito verlo —apuntó el pasillo.

—Dudo que se pueda, pero inténtalo. Última habitación de aquel pasillo —señaló.

Eugene caminó a toda prisa. Frente a la puerta halló una bandeja de comida en el suelo, se trataba del almuerzo que Colin no comió, que June se lo había dejado, reemplazando la bandeja del desayuno que tampoco comió. Sacó un destornillador de su bolsillo trasero, que había escondido debajo de su camiseta larga. El día anterior creyó haber visto tornillos planos en la cerradura, pero en realidad lo imaginó, no había tornillos en esa cerradura. Le fastidió pensar que Jordan y Alan hubiesen hallado la manera de abrirla, eran mejores que él para esas cosas. Pegó su oreja a la puerta, mirando el techo. Le dolía lo que estaba pasando.

—Cole, tengo un puto destornillador en la mano y no temo usarlo contra tu puerta.

—Vete.

El corazón de Eugene palpitó a toda máquina.

—Te hubieses quedado callado, perro. Ahora acamparé frente a tu puerta.

Hubo silencio de nuevo.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora