59: Las chicas como ella

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Viernes, 02 de agosto

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Viernes, 02 de agosto.

—Nos estamos aplicando la ley del hielo.

Emma y Vivian se encontraban sentadas en la cama de edredón floreado. Tenían una bolsa negra de compras al lado. Emma tenía una cita importante, era el cumpleaños de Milo, pero no había parado de hablar sobre el maldito encuentro con los amigos de Colin, y el pleito posterior con su papá que terminó con ambos aplicándose la ley del hielo. Después de haber llorado por horas, llamó a Milo para pedirle disculpas por haberlo abandonado. Resulta que, luego de que ella se fuera del bar, él se fue con sus amigos a esperar la medianoche en un club nocturno, pero de todas formas le atendió el celular.

—No te preocupes, preciosa —le había dicho.

Ella le deseó un feliz cumpleaños y él le recordó que debían verse más tarde, sacándole cualquier posibilidad de echarse para atrás. La verdad, se sentía lindo que le hiciera saber que quería que asistiera, pero eso no le sacaba la inseguridad de encima. Los amigos de Milo la intimidaban, ni siquiera los conocía, pero ¿qué iba a hacer en medio de toda esa gente mayor? A veces a ella ni siquiera le vendían alcohol por su edad y tenía que ir a jugar a tener el mismo estilo de vida que ellos, sin mencionar que sus habilidades sociales eran tan débiles como escultura hecha de plastilina.

—Olvídate de esa mierda. Tu papá te debe una disculpa por gritarte frente a su estúpida novia —respondió Vivian. Iba a proceder a decirle que era hora de que se alistara, pero Emma continuó hablándole.

—Yo sé, yo sé que no quieres escuchar esto, pero lo extraño demasiado —se cubrió el rostro con sus manos para evitar ver la expresión de Vivian, quien puso los ojos en blanco—. Tenía la esperanza de que apareciera, ¿sabes? Tenía la esperanza de que apareciera luego de que Eugene le contara todo, pero no, no apareció. Y no esperaba que Eugene me mintiera. Sé que son mejores amigos, mierda, pero no sé, pensé que Eugene me consideraba su amiga también, resulta que está tratando de limpiar el nombre de él.

—Solecito, son hombres —le bajó las manos para que la viera—. Siempre cubrirán sus porquerías. Ya. Avísame si te pasarás el resto de la noche lloriqueando por el penecito o te irás al cumpleaños del tipo que sí tiene ganas de valorarte. ¿Quién llora por un chico cuando tiene a un hombre detrás? Solo tú, Emma.

—Tengo miedo —confesó, aunque no tenía nada de confesión. Siempre tenía miedo en momentos como ése—. Dime de qué hablaré con esas personas. Lo único que tenemos en común es el maldito dinero.

—No le llames maldito al dinero, maleducada. Probablemente serás la única veinteañera en ese lugar, saca provecho de eso. Mira a esas perras y muéstrales tu hermosa cara sin patas de gallo.

—Nada de eso me calma.

Colin abrió la puerta apenas escuchó el golpe. Estuvo preparado detrás para abrirles.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora