18: Hipotético fracaso

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Todo sucedió de forma tan repentina

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Todo sucedió de forma tan repentina.

Firmaron los papeles iniciales y al día siguiente aparecieron los empleados de su madre con un camión de mudanza. En media hora los dejaron sin el mínimo indicio de que alguna vez fueron cuatro en ese ático.

J.J. estaba dolido. Creyó que lo había disimulado, pero al mediodía regresó al ático para almorzar con su hermanita, le dio un abrazo que se sintió diferente y no hizo bromas durante la comida. No era un niño, era un adulto, pero en su cabeza se había repetido toda la noche el pensamiento de que aquella pareja, que lo había recibido con los brazos abiertos, y de la forma más amorosa y humana, se estaba separando para siempre. La noticia le pegó directamente sobre su pecho, y ni siquiera les dieron tiempo para procesarlo, fueron al grano, sin anestesia, firmaron como si llevaran meses queriendo hacerlo. J.J. sabía que ninguno de los dos era feliz en su matrimonio, pero ni siquiera lo intentaron. ¿Es que acaso las parejas ya no van terapia?, ¿no intentan arreglar los desperfectos antes de tomar esa decisión? Era triste pensar que dejaron de amarse bastante tiempo atrás. Y quizás ahora también le asustaba el matrimonio.

Emma.

La noticia no la impactó como todos lo esperaban. Colin pensó que iba a celebrarlo, pues siempre la había escuchado decir que sus padres juntos eran un error. Pero en realidad no dijo ni pío, hasta que llegó la madrugada y lo llamó llorando porque no quería que su padre se convirtiera en uno de sus divorciados gordos y rechazados por la sociedad feliz. Sabía que ahora su padre tenía la oportunidad de crear la vida que siempre quiso, y que su madre le había impedido, eso la llenaba de esperanza, sin embargo, nunca tenía pensamientos esperanzadores sin una buena dosis de pensamientos pesimistas.

Logró reponerse del ataque de ansiedad. Y despertó al mediodía, sorprendiéndose por el ramo de girasoles que alguien le había dejado sobre su mesa de noche.

Para mi único amor verdadero, decía la tarjeta.

Y durante la comida, J.J. le mencionó que su padre le había dejado cerveza en su mesa de noche con una tarjeta que decía: Te amo, y hubiese cambiado tus pañales con gusto.

Entonces, Emma supo que estarían bien.

Se sentó frente al tocador, acariciando su larga cabellera frente al espejo, entonces, abrió un cajón para sacar una tijera y se cortó el cabello porque sí. Dejó el enorme mechón sobre el mueble blanco, y colocó sus manos sobre sus hombros, cruzando sus brazos. ¿Cerrando ciclos? Posiblemente. Dejó de pensar y sus manos actuaron por sí solas, dejando su cabello corto hasta los hombros. Oh, mierda. Iban a estar bien, ¿cierto? Porque no podía imaginar una vida sin las bromas de su padre o sin la risa escandalosa.

Cerró sus ojos y respiró hondo, sintiendo el aire donde antes le cubría su cabello. No podía permitir que un montón de pensamientos ansiosos, y tal vez irreales, le arruinaran la noche, en especial porque ese concierto era el regalo de graduación de Colin. Entonces, se emocionó al recordar que iba a estrenar la camiseta de Imagine Dragons que él le había regalado meses atrás para su próximo concierto juntos, valga la aclaración final. Le encantaba la idea de crear recuerdos con él. Ambos disfrutaban de la música por igual, y los boletos eran más que un regalo de graduación, eran un gracias por dejarme poner la misma canción de Taylor Swift una y otra vez en tu camioneta.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora