23: Un espanto

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Verano, caluroso verano

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Verano, caluroso verano.

El verano había llegado al hemisferio, pero nada había cambiado alrededor de ellos. Quisieron hacer algo diferente ése 21, reservaron una mesa para almorzar en un restaurante temático de mariscos muy familiar, para nada romántico. Había niños pequeños con sombreros de marineros corriendo de una esquina a otra, y los meseros también usaban sombreros con sus uniformes azul y blanco.

—Debes probar esta. —Emma señaló una salsa con la mano en la que estaba sosteniendo un camarón.

—Quiero dejar lugar para el postre —contestó Colin, sentado frente a ella.

—No puedes llenarte ahora. Me dejas con la responsabilidad de acabar con esta bandeja —masticó.

—O podemos pedirla para llevar, dársela a un indigente. Y comemos helado ahora —sonrió con sus dientes, abriendo el menú que tenía al lado. Esa era su manera sutil de evitar que Emma se tragara sus emociones.

—Aún no quiero postre —agarró el tarrito de salsa.

—Tienen de esas galletas de helado, tipo Oreo —comentó, leyendo del menú.

Emma tapó su boca para hablar, pues tenía comida dentro.

—¿Pedirás eso?

—No creo que pueda comerlo solo. ¿Compartimos? —la miró sin alzar su cabeza.

—Mmm —terminó de tragar—. De acuerdo. Pero es probable que me quede con ganas de más.

—No puedo permitir que te quedes con ganas de más —esbozó una media sonrisa, alzando su mano para captar la atención de una mesera.

—Cole bromista caliente, no es el lugar —le empujó la pierna por debajo de la mesa.

—¿Sí? —La mesera llegó hasta ellos con una sonrisa robótica, de esa manera lo exigía el restaurante.

—Queremos esta galleta, una sola. Ah, y la comida para llevar, por favor —pidió Colin.

—Por supuesto —respondió, recogiendo y llevando la bandeja de los impulsos de Emma.

—Iba a comer uno más —dijo Emma cuando la mujer se retiró.

—Cate amaneció enferma. Creemos que comió demasiado en el baby shower. —Colin cambiaba de tema a una velocidad de bala cuando la situación lo ameritaba, y esa era una de las pocas cosas que Emma aún no notaba—. Está bien. Está siguiendo una dieta liviana.

—Me encantaron las fotos que tu mamá publicó. Dieron la vuelta al mundo. La gente siempre hace el mismo drama con los embarazos secretos. No me sorprendieron los comentarios —observó de un lado a otro. No vigilaba con obsesión, pero ese asunto le recordó que todo el mundo carga cámaras en sus bolsillos, y que Colin era benditamente guapo.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora