24: El postre de la confusión

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Emma empujó la puerta de una pastelería ubicada a cuatro calles de su torre

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Emma empujó la puerta de una pastelería ubicada a cuatro calles de su torre. Un pequeño, pero sofisticado, establecimiento donde acostumbraba comprar galletas glaseadas con diseños. Howie caminó detrás, a una distancia prudencial entre los dos, la ayudó con tres cajas blancas, llenas de galletas, mientras ella sostenía otras dos. Distraída en su propio mundo, pensando en los planes que tenía con ese glaseado, apenas oyó cuando un joven solitario le habló desde una mesa redonda para dos personas.

—Emma, ese chico te saludó —señaló Howie.

Emma no giró normal, lo hizo con timidez, apenas lo miró de reojo.

Era Gillou, y estaba comiendo una enorme tajada de pastel con café. La saludó otra vez, con una sonrisa, agitando su mano como si fuesen buenos amigos. Emma pensó en devolverle el saludo e irse por donde llegó, pero esa sonrisa la compró. No parecía prejuicioso, estaba siendo amistoso. Miró a Howie, se tocó el cuello de forma inconsciente, entonces, le dio las otras dos cajas para que las pusiera en el auto.

—Hola, Gillou.

Se acercó lento, sin mirarlo directamente a los ojos.

—Qué bonita te ves.

Gillou sonrió con sus ojos verdes claros, mirándole desde el jean acampanado hasta la camiseta blanca de Los Cazafantasmas. Esa tarde, Emma estaba usando un listón en su cabello suelto, que peinó suavemente con un cepillo de bambú por minutos frente a un espejo; pintó su mirada con un delineado color turquesa, y eligió un gloss para sus labios. Ella se embelleció a propósito, pero le estaba costando aceptar el halago.

Se ruborizó tanto como el rubor de maquillaje que no usó esa tarde.

—Tú te ves bien. También —contestó.

—Gracias por decírmelo. Últimamente lo único que hago es comer —negó con su cabeza, desaprobándose. Clavó un pequeño tenedor en el pastel a medio terminar. Emma esbozó una media sonrisa; lo entendía, y también se sintió comprendida—. Compraste muchas galletas glaseadas, noté.

—No son para mí —sonrió, aún ruborizada. Miró hacia su auto, de forma inconsciente, antes de comentar—: Me gusta hacer regalos cada inicio de temporada. Es una tradición que inicié hace dos años. Algunas son para mi amigo, quien está en la ciudad; otras para mi familia, y este año añadí a los hermanitos de Colin a mi lista. Ehm —abrió su bandolera, sacando una bolsita transparente que contenía una galleta en forma de girasol, y la puso encima de la mesa de Gillou—. E-espero que tengas un lindo verano. Es para ti.

Cielos, ahora su cara estaba oficialmente ardiendo.

—Ay, Emma —agarró la galleta, sonriéndole con unos ojos brillantes—. El lunes regresaré a la dieta. Quiero regalarte algo también. Ehm, ya sé. Tú elegirás el postre de esta noche.

Emma se quedó estática.

¿Qué?

—¿Postre? —sonrió por pura incomodidad.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora