Confieso que ya te amo, que me robas el sueño, y los suspiros...
Confieso que así te quiero, y lo que tengo de ti no me basta...
Quisiera probar tus labios; ¿a qué saben ellos? Han de saber a Amor. Mas nunca he sentido el calor de un beso.
¡Atrévete entonces! ¡Róbame un beso! Se tú el primero.
Acércate, y sin más, acaríciame con tu boca; no; no pidas permiso, que soy toda tuya. Solo haz de mí lo que quieras.
Amor; dame un beso que sea inolvidable; suave, tierno al principio; y luego fiero y apasionado; como el beso primero de los infantes; como el ósculo de los amantes...
Dame un beso que eleve mi espíritu; que me siembre las dudas del deseo y de lo que puede pasar después; cáusame curiosidad, de qué hay más allá de un beso; sí; hazme quererte más después de eso, cáusame ansiedad...
Hazme querer más después; oblígame a dejarme llevar...
Si me amas como yo a ti... ¡bésame sin más! Y haz que la carne se vuelva extensión del sentir, que luego, yo me entregaré por entero.
No te midas, no te moderes ¡dame todo lo que quieras! Cúbreme de besos; besa mis labios, mis ojos, mis mejillas... y mi frente y mi cuello, ¡y excédete! Y abrázame como si fuera a escapar y quisieras retenerme... ¡y hazme tu cautiva!
Desátate, y me darás el derecho de liberarme también...
Y toca, que no hay límites; yo solo me aferraré a ti.
Y deja que las brasas de tu amor se apaguen conmigo, y deja que tus demonios de amor me posean completa...
Sí, por favor; pierde el sentido, sé atrevido, sé perverso y mordaz cuanto te plazca.
Hazlo todo, pero comienza...
Con un beso.