CREÍ

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Creí que eras mía.

Pero no;

yo era tuyo.

Creí que me hallaba entre nubes.

No. Solo estaba

dormido en tu pecho,

como un frágil querube.

- ¿Querube?- Oh, sí, yo soy hombre.

Pero es que dejo de serlo cuando estoy contigo.

Me transfieres tu divinidad,

ser divino... y soy divinidad contigo.

Creí que caminaba sobre una pradera.

Era una de tus sábanas, que rozaba a mi pierna.

Cuando estaba sediento, un agua cálida me diste a beber.

¡Oh, no! Era tu boca, cuyo beso, calmó mi sed.

Y creí que me hallaba entre tus brazos.

Eran el roce de tu piel

y tus inocentes abrazos

que nunca alcanzan...

Sentí...

como si el reflejo de un rayo de luz

me cegara la vista;

como un rayo de sol,

de cara al sol,

contra la brisa,

acariciándome...

eran tus ojos, mirándome.

Y solo eran esos gestos,

que nunca ocultas.

Sé que Dios me hablaba.

Lo hacía, y yo le escuchaba.

Me miraba, y se reía.

Sonreía de una forma

tan extraña

y conocida...

Me miraba; sonreía...

sabía que Dios me hablaba

a tu través.

Pero me equivoqué.

No era Dios quien me hablaba.

Era tu voz

la que escuchaba,

yo la confusión

y tus labios

que me aprisionaban

y tu voz;

los que decían...

Lo que Jamás te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora