Amo todo de ti.
Desde tu cuerpo
hasta tus ideas,
desde tu cabello de seda
hasta tus manos de nieve y de sal.
Amo cada fibra
que separa a tu cuerpo del mundo;
y amo cada centímetro
de tu piel desnuda.
Reconozco en tus ojos
el brillo del sol
y en tu presencia
la cegadora luz del día.
Veo en tu movimiento
la perfección de la vida,
y el sentido del ritmo
en tu respiración.
Tu voz,
suave como la brisa
y melodiosa,
como una aliteración,
a mis oídos exigentes
jamás atormenta;
la historia de tu vida
es la literatura misma;
son tus largas manos,
las manos de la creación;
es tu boca el cáliz
del mensaje de Dios.
Bellísimo paisaje
es tu frente desierta,
y en la playa de tu rostro
el mar dormido de tu pelo,
irresistible a mis manos,
quiero modelar;
conozco aquel lunar
que sobre tu pecho reposa
y que señala en dónde
palpita tu corazón.
Tu sombra es un fantasma,
la penumbra de tu imagen;
tu nombre es la composición perfecta
y el más digno homenaje
a la línea
y al sonido.
Eres la gran inspiración
de mi obra,
de mi vida;
eres tú, mi gran amigo...
Y el gran amor de mi vida.