No quiero dormirme, para mirarte.
Frente a mí, en la penumbra de mi habitación.
Ver cómo se apaga tu espíritu,
esa sonrisa que nunca arriva;
creer que sueñas conmigo.
Tu pelo esparcido
como lluvia dorada sobre el colchón.
Llenarme del hálito cálido de tu respiración dormida;
ver las cenizas
de unos labios, que flamantes, me besaban;
la quietud de un cuerpo que me amó a su placer...
de unas manos que surcaron esta tierra fértil para las caricias
y el "te quiero..."
No quiero dormirme;
sino sentir el suave vaivén
de ese vientre que me herró con su fuego
como su propiedad...
el descorrer de las cortinas
que celan tu par de lunas;
que vieron cada parte de mí; miseria y gloria...,
espiadoras de mis secretos.
Encontrarme con tus piernas que me enlazaron,
con tus brazos que me asieron,
y tu pecho,
que me revivió con sus latidos;
verte languidecer...
y en la palidez de tu boca,
sembrar un beso
que vuelva a encenderlos...