PLENITUD; AUSPICIO DE TU LLEGADA

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Armónico caminar de la niña coja.

Plenitud; auspicio de tu llegada...

En la arboleda blanca de mi mente

hubo un solo pensamiento; y eras tú.

Y entre la neblina fría de ese ensueño

me colmó de tu misterio

tu mirada ausente...

Cerrando los ojos:

ya estabas tú presente.

Resonante en el ánima;

voz de guitarra;

dulce, lastimera y pulcra;

un tanto tremolada...

Y tu mirada lánguida,

embebido en tus ojos,

saquito de lágrimas...

No era uno de esos caprichos,

ni fugaz, ni intermitente;

era una habitación con las luces apagadas

por la noche,

y un café por la mañana.

Distracción en la faena,

una mirada al techo

y un suspiro en la almohada.

Eso era.

Imperfecciones para mi felicidad...

su paso incierto,

sus ganas incansables de llorar,

toda su debilidad;

su ser apacible,

su depresión, su bondad...

Plenitud; auspicio de tu llegada

y de tu estadía;

diamante con aspecto de cristal

haciendo brillar mis ojos...

¡Te Amo!

Doncella de sonrisa fingida

y corazón sincero...

Luciérnaga que me sorprendes

en las horas muertas

de espesa negrura,

aquí y allá,

refulgiendo...

Plenitud, auspicio de tu llegada,

de tu estadía

y de tu partida...

Aún eres mi café,

y mi sombra para dormir,

mujer de insospechadas florescencias...

Primavera tardía,

paso firme sin tregua,

te quiero;

y te tengo en el pensamiento...

Engaño fue creer que no podía prescindirte.

Mentira también decirte adiós...

Nuevos días para mi ansiedad,

quietud para mis aguas...

Volviste.

El mismo aire,

estrellas brillantes,

el alma fecunda,

sosiego...

Sin mudanzas en mí mismo.

Y supe entonces

que la vida tenía sentido sin ti;

pero...

Vino tu abrazo;

me embebió tu beso

y comprendí que la vida

era más vida por ti.

Lo que Jamás te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora