Mi condena es recordarte.
Recordarte, y jamás volver a verte.
Mi condena, es querer decirte cosas,
y aun así,
quedarme hablando solo...
Mi condena, es conocer a tantas personas,
y no hallarte en ninguna.
Mi condena es verte,
aunque no estés.
Diálogos que tienen lugar en mi mente;
dulces minutos de falacia.
Mi condena, es que me duelas.
Mi condena,
es querer revivir momentos
que solo puedo evocar.
Mi condena es creer que te escucho
- si apenas recuerdo tu voz-;
es solo un engaño del alma...
Mi condena, es soñar contigo,
despertar dispuesto a decir "te amo"...
y descubrir que la realidad,
es adversa.
La realidad es tu muerte.
Mi condena, es que te fuiste...