No voy a profanar mis ojos
con la visión necrofílica de lo ineluctable.
Aunque ser muerto por alguien más
está lejos de ser aceptable...
No quiero profanar mis ojos,
no hallo placer en ver correr la sangre;
prefiero saberla dentro de las venas
concediendo la gracia de la vida en alguien.
No; no quiero ver morir a nadie,
ni ser arúspice en siglos de mezquindad;
ni quiero ver cosas impresionantes
porque en el morbo vive la crueldad.
Seamos ascios, más de dos veces al año,
seamos luz que venza oscuridad;
el amor no nos debe ser extraño,
y si es extraño, estamos con el mal.
Mejor hacer el bien que recibirlo,
hacer el sueño de otro, realidad;
que es construir la esfigie idealizada,
magnífica y sublime, llamada "libertad".
Seamos eunucos de la Naturaleza;
basta de ultrajarla y de corromperla.
Ella es una madre demasiado buena,
y quien hiere a su madre, no merece tenerla.
Los cuatro jinetes de la redención:
bondad, amor, luz y libertad.
los ojos profanados purificarán
de nuestra quimérica y muy vil realidad.
Trazado el camino, el deber es seguir
a la insospechada serendipia, "la felicidad";
despedir la pesadilla, y darle lugar
a la preciosa ensoñación de la humanidad.