Como el abejorro amorosamente entra en la flor
como la dorada flecha del ángel entra en el corazón
como entra en la carne el pulsante alfiler del dolor
quiero que entre mi imagen... en vuestro abismo de ilusión.
Quiero ser como la espada, quiero ser como la daga;
que espera, con la promesa de ser desenvainada...
quiero ser como la daga, quiero ser como la espada;
que al aire y silfos corta, de una estocada.
¡Quiero cortar vuestro orgullo, amada...!
Como el abejorro amorosamente entra en la flor...
Mujer: déjame entrar en tu corazón...