Hoy, como cada día
la fugacidad de la mente te trae a mí;
brisa diáfana; llegas, y te devuelves,
pero dejas tu bálsamo,
aroma de abril;
hoy, las semillas que trajiste,
fugaz viento,
retoñan en soledad.
¿Creíste que esto sería efímero?
Este amor es fuerte
aunque tú, te has ido...
Y es que a cada instante,
sé que estás mirándome;
la vida toda me recuerda a ti;
¡sí; tú me observas;
estás conmigo...!
Y no hay estrella,
o gota de lluvia,
o visión de la naturaleza
en la que faltes tú.
Aún te oigo,
aún te veo;
¡qué sensación espiritual tu voz sobre mí!
¡Oh, tu voz en mi oído!
Ni hay cielo triste, neblina tan blanca, momento de lágrimas
en que no te evoque.
¡Tan pronto te fuiste,
y yo empezaba a amarte!
Creí que estarías por siempre.
Más fuiste flor de un día,
llovizna febril, relámpago;
sol de un atardecer;
aunque no deje de soñarte
solo puedo bendecir
a la maldita suerte
que me trajo a ti, y reprocharle al tiempo,
que te alejó de mí.
Y a ti, que te has ido
¿cómo puedo agradecerte,
tanta felicidad?
Como el arcoíris,
en el calor y en las tormentas,
estás tú.
Pensando en ti me duermo,
con la esperanza vana de verte en mis sueños.
El dolor, que está dormido
en medio del silencio
despierta
pero aún hay esperanzas dentro de mi corazón;
¡un día volveré contigo!
¿Dónde estás, dónde estás?
El día que me vaya,
volveré a buscarte;
si estás debajo,
me dejaré caer;
si estás en lo alto,
subiré hasta ti.
Volveremos a estar juntos,
naceremos nuevamente,
con otros cuerpos, con otras mentes,
con otras suertes;
en donde podamos conocernos
en tiempos idóneos, coincidentes.
Yo aún me quedaré
muchos años, viviendo
en este lugar, en este tiempo;
haré cosas memorables;
seguiré tu buen sendero;
sentiré tu pasión;
compartiré tus creencias;
aprenderé tu bondad;
seré mejor cada día;
porque tú, estarás mirándome.
Y de vez en cuando,
te hablaré en silencio.
¡Espérame; espérame;
por favor, vivamos otra vida
en la que tú me ames con toda tu alma!
Ahora, que eres etéreo
y yo soy de huesos,
de carne y de fuego,
estás siempre presente...
Yo seré paciente,
y dejaré pasar los años
y seré feliz, sintiendo aún, dolor...
¡Espérame; espérame...!
No dejes de observarme
y yo no dejaré de sentirte,
de amarte,
de anhelarte, mi amor etéreo:
¡lo prometo!
Algunas personas hayan consuelo en la sensación de que el ser amado sigue estando cerca después de haber perecido.