La tarde se está muriendo;
las hojas, se resignan;
el cielo, palideciendo,
dice adiós, y el sol se inclina.
La tarde, está moribunda;
su mortandad, es un resplandor...
El verde se ha vuelto siluetas,
el día, se ha hecho estertor...
Las flores están dormidas.
Las aves, cesaron su canto.
Ya no extienden sus alas...
¡La tarde pierde su encanto!
La belleza se entristece;
nubes grises que se alejan...
El ocaso, desaparece
como óleo que se acuarela.
Se avecinan vientos fríos,
jugueteando con las hojas
de los árboles desnudos,
alborotando las copas.
Frío, frío, la piel se eriza;
la soledad, me acaricia.
Se erizan los sueños; ¡el alma se eriza!
La tarde, ya está vacía...
Siento la noche; ¡ya está viniendo!
Y en el azul lánguido, nace una estrella.
- Madre; la tarde se está muriendo...
¡y yo me muero con ella!