Maestro;
gratamente recuerdo lo que decías.
Hoy lo que soy te debo,
sin deberle nada a la vida.
Ahora te encuentro en cada letra;
tu perfección, en mí, está inscrita.
Extraño las cátedras contigo;
mi vida entera, has bendecido...
Si alguna vez mi nombre
se hace ilustre, diré
quién es el responsable:
y tu nombre pronunciaré.
Maestro; ¡qué honor aprender de ti!
He aquí lo que sembraste;
gracias, mil gracias te doy,
porque del saber, me enamoraste...
Gracias; mil gracias te doy,
porque mis sombras, iluminaste...