One Shots || BTS

𝕰𝖑 𝖈𝖆𝖘𝖙𝖎𝖌𝖔 { 𝕿𝖆𝖊𝕲𝖎 }

YoonGi entró en el despacho del director con el ceño fruncido y su profesor de literatura tras él. Al parecer, el crío que no conocía su nombre había acabado delatándolo de alguna forma y lo habían llamado para que se presentase en dirección. No había hecho nada tan terrible, o eso creía, quizá habían envenenado el agua y él no tenía ni idea.
Había bajado a hacer unas fotocopias que tan amablemente le había pedido la secretaria, pero un molesto niñato se había interpuesto en su tarea y como consecuencia un olvidado vaso con agua acabó sobre la cabeza de ese niño impertinente. YoonGi se escabulló antes de que lo pillasen, rezando mentalmente porque no descubrirse su identidad, pero era difícil ocultarse cuando era el único chico del instituto con el pelo de color menta. Ciertamente, YoonGi tenía una paciencia bastante pobre, así que no era la primera vez que acababa en el despacho del director por su temperamento.

Sin embargo, lo que llamó su atención nada más entrar en el despacho fue la presencia de otra persona. Un chico algo más alto que él, de pelo castaño y con una extraña aura de tristeza envolviéndolo. Si no lo hubiese conocido tan bien, juraría que aquel no era su novio, porque jamás lo había visto así de marchito.
Hacía apenas un par de meses que su amistad había acabado en un peculiar noviazgo, y es que YoonGi y TaeHyung eran completamente lo opuesto: TaeHyung, tan soñador, en su mundo de fantasía y con un futuro incierto que todavía no había decidido, carismático, divertido y amable con todos; YoonGi, tan realista, con sus metas tan marcadas y una vida decidida, introvertido, poco paciente y arisco con la gente que no conocía. Pero el destino era ignoto y había decidido juntar a las personas más diferentes de toda la Tierra, dando un inesperado y exitoso resultado, al menos por el momento.

TaeHyung ni se inmutó al escuchar entrar a alguien por la puerta, solo maldijo por lo bajo al creer que sería algún gamberro insoportable. No se dignó a levantar la mirada porque tenía demasiado en la cabeza que lo estaba carcomiendo por dentro. Si algún imbécil pensaba intentar molestarlo definitivamente hoy no era el mejor día. Sobó su mejilla, que aún dolía, cuando alguien se sentó en la silla que estaba a su lado y se resignó a quedarse sentado, con un puchero involuntario en los labios.

-Tengo que seguir con mi clase, y al parecer no hay ningún profesor de guardia, así que vais a tener que quedaros aquí esperando. Vendré en el descanso para daros vuestro castigo a los dos, y ni se os ocurra moveros si no queréis que las consecuencias sean peores - dijo el profesor de literatura, cerrando la puerta al salir por ella y dejando a ambos jóvenes sobre las sillas.

YoonGi observó con curiosidad al castaño, pero este no parecía querer dar señales de moverse. Iba a esperar a que TaeHyung levantase la mirada, pero la preocupación lo embargó al ver como su pómulo estaba rojo, como si alguien lo hubiese golpeado. Y no iba a permitir que golpeasen a TaeHyung sin un buen motivo.

-¿Que te ha pasado? - cuestionó YoonGi.

Su voz logró que TaeHyung alzase la vista, por fin, desde que había entrado por la puerta. Notó como la tensión en sus músculos desaparecía por completo al darse cuenta de que era YoonGi quien estaba ahí, aliviando por completo todas sus preocupaciones. Dio gracias al cielo por lo que sea que hubiese hecho para acabar en el despacho del director, porque era a quien más necesitaba en ese instante.

-Lo siento, pensé que eras... - trató de excusarse TaeHyung.

-No te preocupes - le restó importancia el mayor, haciendo un gesto con la mano.

TaeHyung no dudó ni un momento en llevar su mano hasta la de su pareja para entrelazar sus dedos, pues la vergüenza de las primeras semanas que habían pasado juntos ya se había desvanecido. Ahora ya no dudaba cuando necesitaba alguna muestra de cariño, algo que YoonGi siempre estaba dispuesto a ofrecer. Podía parecer un chico frío a veces, pero el corazón de YoonGi era de oro y siempre estaba dispuesto a apoyar a aquellos en quienes confiaba.
Min acarició la mano de TaeHyung con su pulgar, diciéndole sin palabras aquello que no podían decir en voz alta y olvidando el tenso ambiente que parecía haberse formado hacía minutos entre ellos.